Un punto de vista canadiense: Justicia para todos
Mientras el mundo sigue haciendo frente a esta horrible pandemia del covid-19, también tenemos ante nosotros la cuestión de «Black Lives Matter» [las vidas negras importan] y cómo el racismo sistémico ha tenido y sigue teniendo un efecto tan negativo en la dignidad humana más básica, que cada ser humano posee desde su nacimiento, y merece.
Ya sea que hablemos del covid-19 o del racismo, nosotros aquí en el Canadá, como todos los países, nos hemos visto afectados. La cuestión para cualquier gobierno o nación y sus ciudadanos es cómo reaccionan ante una crisis. No se equivoquen, tanto el covid-19 como el racismo son crisis. Una es nueva, mientras que la otra ha estado con nosotros —en sus diversas formas— desde siempre.
Nuestro gobierno canadiense ha visto un ejemplo notable de cómo todos los niveles de gobierno de varios partidos políticos se unen como una fuerza singular para hacer frente a la pandemia. Además, nuestro sistema de salud y nuestra forma de gobierno más centralizada ha permitido a Canadá aplanar la curva mientras se proporcionan diversos apoyos financieros a individuos, empresas y otros servicios. Una crisis también puede exponer debilidades y en Canadá esto se demuestra en el elevado número de casos y muertes en los centros de atención de adultos y en los hogares de ancianos, así como en las personas sin hogar. Será importante ver cómo reaccionamos ante este problema y hacemos cambios sistémicos en nuestros servicios actuales.
Al tiempo que nos enfrentamos a la realidad de que el racismo sistémico existe en el Canadá, también debemos reconocer que se trata de una crisis para la que se precisa una reacción positiva desde hace tiempo. Si queremos hacer frente al racismo en el Canadá, es realmente necesario que todos los niveles de gobierno y afiliaciones políticas encuentren un terreno común antes de que podamos prever cualquier cambio positivo. Canadá no puede abordar estos cambios sin incluir los muchos y complejos asuntos relacionados con los Pueblos Indígenas en Canadá.
Se necesita un liderazgo fuerte que promueva un mensaje positivo y esperanzador que pueda unir a todos, cuando se trate de una crisis. Podemos ver ejemplos todos los días en nuestros televisores, computadoras y teléfonos sobre el daño que se puede hacer cuando nuestros dirigentes nacionales utilizan palabras y toman medidas que nos muestran claramente que el racismo todavía existe. Esas palabras y acciones negativas sólo pueden avivar e incitar a los que comparten esas opiniones, así como a los que se oponen firmemente a ellas. Hasta que, los que hemos nacido en el privilegio de los blancos, no empecemos a comprender el efecto del racismo en las personas de color, no podremos lograr ningún resultado satisfactorio. Necesitamos entender los problemas, desafíos y soluciones a través de los ojos y las mentes de los afectados por el racismo. Los afectados deben tener voz y ser parte integral de cualquier debate y acción.
Recordemos la advertencia que nos hizo Federico Ozanam, hace más de 175, años cuando señaló que existe una brecha creciente entre los que tienen y los que no tienen, y que si no tomamos medidas para abordar esta brecha, bien podría haber un levantamiento y una protesta. Estas proféticas palabras son más relevantes que nunca antes en el mundo de hoy.
La pobreza y el racismo siempre han estado entrelazados. Si no abordamos ambos, será difícil obtener resultados positivos que puedan finalmente conducir a la Justicia para Todos. Te pido por favor que reces por el fin de ambos, el covid-19 y el racismo en nuestro mundo.
Sobre el autor:
Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá y es ex-presidente del Consejo Regional de Ontario de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Actualmente es presidente del Comité Nacional de Justicia Social de la Sociedad en Canadá. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim ha sido miembro de la Sociedad desde los años 70.
Las opiniones expresadas son las del autor y no representan oficialmente las de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
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