El primer santo de China fue un vicenciano martirizado en una cruz en Wuhan
Compartimos el articulo difundido por la Agencia Católica de Noticias, en el que Courtney Mare presenta la vida de los santos vicentinos Juan Gabriel Perboyre y Francisco Regis Clet y las razones por las cuales él propone como los intercesores por las personas que están padeciendo el COVID-19:
Ciudad del Vaticano, 9 de abril de 2020 / 8:00 AM (CNA)
El primer santo canonizado de China murió por ahogamiento en una cruz en Wuhan el epicentro de la pandemia actual de coronavirus.
San Juan Gabriel Perboyre, un misionero Vicentino sacerdote de Francia, fue traicionado por uno de sus catecúmenos por dinero, encadenado, torturado, atado a una cruz de madera y estrangulado hasta la muerte en Wuhan en 1840.
El Dr. Anthony Clark, profesor de historia china, ha invertido tiempo en Wuhan investigano sobre la vida de Perboyre y San Francisco Regis Clet, otro sacerdote Vicentino martirizado en Wuhan.
Clark le dijo al CNA que los santos mártires de Wuhan son intercesores particularmente adecuados para aquellas personas que están sufriendo el COVID19 hoy en día.
“Los santos Perboyre y Clet fueron martirizados por estrangulación; murieron porque no podían respirar” dijo. “¿Cómo podrían no ser intercesores apropiados para esta enfermedad en particular?”
“Entre los tormentos que se le infligieron a Perboyre hubo continuos golpes en su espalda y fue obligado a arrodillare sobre cristales rotos. Es un santo que definitivamente conoció las agonías del sufrimiento físico y puede ser un buen consuelo para aquellos que sufren por este virus”.
Wuhan, conocido ahora como el origen del coronavirus, fue en su día un puesto de avanzadilla para misioneros católicos, que fundaron hospitales católicos en la ciudad.
Fuera del Hospital Central de Wuhan, donde el Dr Li Wenliang (quien avisó sobre la existencia del virus) murió, hay una estatua del misionero italiano Monseñor Eustachius Zanoli, fotografiado por el corresponsal del New York Times, Chris Buckley.
La placa bajo su busto dice, tanto en chino como en inglés: “el Monseñor Eustachius Zanoli, de Italia, fue el primer Obispo de la Iglesia Católica Romana en la provincia Este de Hube. En 1886, invitó a las Hijas de la Caridad Canossianas a Wuhan para que proporcionaran servicios sociales y en 1880 fundó el Hospital Católico de Hankou, el cual supuso el inicio del desarrollo para el Hospital nº 2 de Wuhan (1955) y, seguidamente, el Hospital Central de Wuhan (1999).”
Otro edificio cercano relacionado con el coronavirus, el Hospital Jinyintan de Wuhan, se remonta a un hospital para el tratamiento de enfermedades infecciosas fundado por misioneros franciscanos en 1926, el Father Mei Memorial Catholic Hospital de Hankou.
El nombre se debe al P. Pascal Angelicus Melotto (1864-1923), un misionero franciscano de Italia martirizado en Wuhan, que adoptó el nombre chino de P. Mei Zhanchun. Fue secuestrado con la intención de pedir un rescate por él, pero le dispararon en el estómago con una bala envenenada en 1923.
“Me siento feliz de morir por los chinos”, dijo el misionero en el momento de su muerte, según el sitio web de la Oredn Franciscana. “Viví en China para los chinos y me siento feliz de morir por ellos.”
El Father Mei Memorial Catholic Hospital de Hankou fue administrado por las Hermanas Franciscanas de la Cristiana Doctrina hasta que los misioneros fueron expulsados de China en 1952, tras la Revolución Comunista china.
“La comunidad católica de Wuhan ha sufrido enormemente durante la era del Presidente Mao y la Revolución Cultural, y durante ese tiempo se escondieron las tumbas de los santos Perboyre y Clet para protegerles, debido a la profunda devoción que despertaban”, dice Clark.
“Mientras estaba allí, visité el seminario donde las dos tumbas se exhiben ahora para su veneración; los católicos de Wuhan sienten una gran devoción por la Eucaristía y por los Paúles, como Perboyre y Clet, que murieron por ellos, y que derramaron su sangre en el suelo de esa ciudad” añade.
Muchos misioneros partieron a China en el siglo XIX con la seguridad de que nunca regresarían.
“No sé qué me espera en el camino que se abre frente a mí; sin duda la cruz, que es el pan de cada día del misionero. ¿Qué más podemos esperar mientras vamos a predicar a un Dios crucificado?” escribió en una carta durante sus viaje a China.
Los restos de Perboyre fueron finalmente trasladados a París, a la casa madre de los Paúles. Hoy en día, su tumba está expuesta en una capilla lateral en la misma iglesia donde descansa el cuerpo incorrupto de san Vicente de Paúl. Fue beatificado en 1889 por el Papa León XIII.
En la canonización de Perboyre en 1996, el Papa Juan Pablo II dijo: “Por las calles por las que fue enviado encontró la Cruz de Cristo. A través de la imitación de su Señor, con humildad y mansedumbre, se identificó completamente con él… tras ser torturado y condenado, reproduciendo la Pasión de Jesús con extraordinaria similitud, fue llevado a la muerte, y una muerte de cruz.”
San Juan Pablo II canonizó a san Francisco Regis Clet en octubre del año 2000, junto con otros 33 misioneros y 87 fieles católicos chinos martirizados durante la Dinastía Qing (1644-1911).
Michael Fu Tieshan, un obispo de la iglesia católica gubernamental, la Iglesia Patriótica de China, condenó la canonización llamándola “humillación pública” en una entrevista en una televisión gubernamental. AP lo reportó en aquel momento.
El primer “obispo patriótico” fue nombrado por el Gobierno comunista de China en 1958, procedente de Wuhan. Dong Guangqing, que murió en el año 2007, fue presidente de la Asociación Católica Patriótica de Wuhan y presidente del Comité Administrativo Nacional de la Iglesia Católica China.
Hoy en día, los católicos de Wuhan tienen una particular devoción por san Francisco en el Sacramento de la Penitencia, según observó Clark.
Los católicos de Wuhan son “conocidos por hacer filas muy largas junto a los confesionarios de los sacerdotes que son vistos como más fieles a las auténticas enseñanzas de la Iglesia; son una visión preciosa”, afirma.
“Es raro encontrar una iglesia en la que no haya una estatua de san Francisco, y a veces devoción por san Vicente de Paúl. La fe allí e fuerte, y ha florecido incluso más durante tiempos de persecución”, añade Clark.
“He oído, de hecho, de católicos que durante este tiempo, se vuelven al Señor y su misericordia en estos momentos en que nos confrontamos con nuestra fragilidad”, afirma. “Recientemente he escuchado de un protestante de Wuhan que ha destacado la tristeza de ver a miembros ancianos de su iglesia falleciendo. El trauma en la comunidad cristiana de Wuhan se ha visto ayudado por la poderosa fe de los cristianos de esa área”.
Por Courtney Mares para CNA.
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