Conversaciones sobre Justicia Social: Las muchas facetas del «Actuar con justicia»
«Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno,
lo que Yahveh de ti reclama:
tan sólo practicar la equidad, amar la piedad
y caminar humildemente con tu Dios.» (Miqueas 6, 8)
Podría ser más fácil, ¿no es verdad? Mantengo esta escritura frente a mí como un faro que ilumine mi camino. La mayoría de los vicencianos apuntan a Mateo 25, 40 como su guía: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos [y hermanas] míos más pequeños, a mí me lo hicisteis». Estas palabras han sido mi fundamento, mientras vivo mi vocación y comparto con otros nuestra llamada cristiana al servicio. Muchas personas, vicencianos o no, se preocupan por sus vecinos y trabajan para satisfacer sus necesidades corporales. Como vicencianos nos esforzamos por alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, alojar a las personas sin hogar, visitar a los enfermos y a los encarcelados. Todas son actividades muy loables y cristianas. Cuando medimos cómo estamos «actuando con justicia», es mucho más fácil pensar y actuar sobre estas necesidades corporales o, para algunos, dar dinero para proveer estas buenas obras.
Sin embargo, hay otro componente de nuestro carisma vicenciano: el trabajar para terrminar con los sistemas injustos que hacen que sea más difícil el escapar de sus estragos a quienes se encuentran en la pobreza. Puede ser un reto. Estamos llamados a ser voz para los que no tienen voz. Hablar alto y claro puede ser incómodo. Pero si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? Significa salir de nuestra zona de confort, involucrar a las personas en el diálogo, compartir información (después de comprobar y garantizar debidamente que la información sea correcta), llegar a aquellos que han sido elegidos para representarnos, etc. Muchos sienten que el mundo está al revés. que hemos perdido el contacto con nuestros vecinos, nuestra comunidad, el bien común. Hay tantas injusticias en el mundo de hoy que puede resultar abrumador. He descubierto que es mejor comenzar con una. Una que realmente resuene en tu ser. La acción no tiene por qué ser a nivel nacional, si no estás listo. Comienza con una iniciativa local en su comunidad, condado o estado. Lo más importante es comprometerse.
El programa de la USCCB, «Los dos pies del amor en acción» (Justicia social y obras de beneficencia) lo dice todo. Proporcionar servicio para aquellos que viven en la pobreza es una necesidad para aquellos de nosotros que estamos llamados a seguir a Cristo. Trabajar con nuestros vecinos por el bien común de todos, trabajar para cambiar los sistemas injustos, hablar en nombre de aquellos que no pueden hablar por sí mismos (o si sus voces no se escuchan), salir de nuestras zonas de confort para llevar la luz al mundo, todo esto también es la llamada que Cristo nos hace como personas de fe y amor.
Permítame terminar con Mateo 25, 45, que rara vez se usa al llamar a la gente al servicio: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo«.
Nota del editor: Este es un grupo de miembros de la Familia Vicenciana que se reúnen regularmente a solicitud de los líderes de sus respectivas ramas. Sus reflexiones no representan la política de la Familia Vicenciana, pero se comparten para estimular nuestra reflexión y acción. Los comentarios son muy apreciados.
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