Tolerarse en familia y en comunidad • Una reflexión semanal con Luisa
“La creía a usted por encima de esas pequeñas debilidades. ¡Pues qué!, querida Hermana, ¿pensaríamos que no se nos debe contradecir? ¿Creemos que todo el mundo debe ceder y que están obligados a encontrar bueno todo lo que decimos o hacemos y que podemos hacer lo que queramos sin dar cuenta a nadie? ¿No va contra la obligación que tenemos de imitar la vida y el obrar de nuestro Señor que siempre estuvo sujeto, que dijo que estaba en la tierra para servir y no para ser servido ni para hacer su voluntad?”.
Luisa de Marillac, Carta del 27 de junio de 1645 a Sor Magdalena en el Hospital de San Juan en Angers (c. 129).
Reflexión:
- Parece que Sor María Marta, que había sido Superiora en otras casas, había obrado sin permiso de la superiora, Sor Magdalena, y esta se había extralimitado, al corregirla. Dolorida escribió a santa Luisa quien, consolándola, la contesta con la carta anterior.
- La tolerancia es necesaria en este mundo actual, si queremos vivir en paz. Muchas guerras actuales o violencias han sido provocadas por la intolerancia y el fanatismo. Hay países y pueblos que no garantizan los derechos fundamentales de las personas y de las minorías. Aumentan los atentados y se margina a otros por ser diferentes, tener una cultura distinta o pensar de otra manera. Más aún, se necesita la tolerancia en estos tiempos en los que aumenta el sentimiento de soberanía de los pueblos y el derecho a emigrar a otras naciones en busca de trabajo y bienestar.
- La fuerza de la intolerancia reside en creerse poseedor de la verdad o de la ética y utilizar la fuerza y el poder para imponerlas. Si esta verdad es religiosa, tropezamos con el fundamentalismo, si es patriótica, hay peligro de convertirla en terrorista, y si es estatal, llega la dictadura. Asimismo, la tolerancia la piden la vida social, familiar y comunitaria.
- También la Familia Vicenciana quiere ser tolerante, y sus miembros consideran un insulto que se los tache de intolerantes. No son xenófobos y acogen a los inmigrantes como a hermanos. El color distinto de otros hombres no les repugna ni los aíslan porque sean de piel distinta o de otra raza. No rechazan a los grupos marginados por su inadaptación social y respetan las ideas de los otros. Faltaría más. La sociedad no las permitiría ir contra los derechos humanos, declarados intocables por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Por ser cristianos los vicencianos tienen, además, un motivo más trascendente: todos somos hijos del mismo Padre, hermanos redimidos por Jesucristo y acogidos por el único Espíritu del Padre y del Hijo. Y, por ser continuadoras de san Vicente, santa Luisa o del beato Ozanam, sienten que todos ellos, generalmente, pertenecen a las clases pobres.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Qué haces para que, en tu casa y en tu familia, os toleréis y os respetéis los esposos y los padres y los hijos?
- ¿Te cuesta respetar las ideas o comportamiento de tus amigos contrarias a las tuyas?
- Y entre los miembros de la rama vicentina a la que perteneces, ¿quieres imponer siempre tus opiniones?
Benito Martínez, C.M.
Etiquetas: Luisa de Marillac
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