Maestro y Señor tres veces santo

Javier F. Chento
3 febrero, 2016

Maestro y Señor tres veces santo

por | Feb 3, 2016 | Reflexiones | 0 Comentarios

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Jesús es nuestro Maestro y nuestro Señor, lo que quiere también decir que debemos aprender a hacer todo lo que él manda y enseña de palabra y de obra, y a proclamar su Evangelio.

Dejando de lado su experiencia y su conocimiento como pescador, cree Simón en las palabras del carpintero de Nazaret convertido en maestro. Le dice a Jesús:

Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

Y no queda defraudado Simón. Sobrecogido a causa de la redada grande de peces que rompe las redes, dice arrojado a los pies del Maestro:

Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

De inmediato replica Jesús:

No temas: desde ahora, serás pescador de hombres.

Sí, valen para el discipulado los que actúan incluso en contra de su buen juicio para obedecer al Maestro. Seguidores de Jesús pueden ser solo quienes, confesándose desvalidos, reconocen a Alguien mayor que ellos mismos.

No de los encerrados en sí mismos hace discípulos el Maestro, sino de los abiertos al «misterio tremendo y fascinante». Éstos intuyen la presencia de este misterio tanto en los asombrosos acontecimientos como en las pequeñas y ordinarias bendiciones, por las que dan gracias y hacen fiestas las gentes pobres y sencillas.

De verdad, pone sus ojos el Señor en los humildes que se estremecen ante las palabras divinas eficaces, en los que, viéndose desnudos, sin nada y culpables ante el santísimo Dios, no pueden menos que intentar esconderse de él. Tranquilizados, sin embargo, por las palabras alentadoras del Señor, no se huyen.

Y los cristianos, en última instancia, nos acreditamos por lograr convertir nuestra «desconfianza en las propias fuerzas» en «fundamento de la confianza que hay que tener en Dios», por citar a San Vicente de Paúl (SV.ES III:124). Haciendo eco del pasaje paulino: «He trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo», nos asegura el santo:

Con ella [la confianza en Dios] haremos mucho, o mejor dicho, Dios hará por sí mismo lo que pretende de nosotros.

Discípulos auténticos seremos si, admitiéndonos inmundos y torpes para entender, permitimos al que llamamos Maestro y Señor lavarnos y abrirnos la mente y el corazón, para que comprendamos el verdadero significado de la Eucaristía, del lavatorio de los pies, de la oración, del ayuno, de la limosna. Instruidos por el Maestro y proclamando el Evangelio, romperemos con todas las expectativas.

Señor Jesús, concédenos a los pecadores ser pescadores de hombres.

7 de febrero de 2016
5º Domingo de T.O. (C)
Is 6, 1-2a. 3-8; 1 Cor 15, 1-11; Lc 5, 1-11

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