Formación

La Dignidad de las Mujeres Refugiadas • Una reflexión semanal con Luisa de Marillac

En medio de la insurrección de la Fronda, Santa Luisa de Marillac se opone a que jóvenes refugiadas sean confundidas con las Hermanas de la Caridad, protegiendo así su integridad y la misión religiosa. La reflexión destaca cómo los prejuicios de género y el desprestigio del celibato afectaban a las mujeres consagradas, señalando la necesidad de apoyo y comprensión hacia quienes eligen esa vocación.

Evangelio y Vida para el 13 de junio de 2025

“Andamos con preocupaciones, pero no desesperados” 2 Cor 4, 6-15; Sal 115; Mt 5, 27-32. El Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia describe una realidad humana que puede ayudarnos a profundizar la Palabra de Dios: Comenzar a sentir deseo o rechazo no es...

Experiencia de Dios: Padre, Hijo, Espíritu Santo

Jesús, la Palabra hecha carne, nos comparte su experiencia de Dios.  Lo da a conocer así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tener Jesús experiencia de Dios como su Padre se ve claro en sus oraciones.  Pues al orar, se presenta él delante de Dios, al que toma...

La abogacía y el carisma vicenciano

Todos los miembros de la Familia Vicenciana somos expertos en el servicio directo. Sin embargo, la abogacía parece ser un reto para la mayoría de nosotros en la Familia Vicenciana.

Stéphanos II Ghattas, CM: Pastor de la Iglesia Católica Copta

Stéphanos II Ghattas, CM: Pastor de la Iglesia Católica Copta

Stéphanos II Ghattas, CM, Patriarca de Alejandría de los Coptos, fue un dedicado dirigente que encarnó los valores vicencianos, promoviendo la justicia social, el diálogo interreligioso y la atención pastoral a los pobres y marginados. Su legado se extiende más allá de Egipto a través de su influjo mundial, fomentando la unidad entre los cristianos y tendiendo puentes con otras confesiones.

Contemplación: No nuestra ayuda, sino nuestros corazones

Contemplación: No nuestra ayuda, sino nuestros corazones

La verdadera humildad reconoce que todo lo bueno viene de Dios, no de nuestras propias manos, y por lo tanto ni nos jactamos del éxito ni nos desesperamos por el fracaso, confiando en cambio en la voluntad y el momento de Dios. Nuestro papel no es atribuirnos el mérito ni controlar los resultados, sino servir con amor, paciencia y total confianza en la Divina Providencia.