Jesús, el Siervo Sufriente, trae la verdadera justicia. No se deja llevar por el desaliento. Ni descansa hasta que traiga la justicia a la tierra.
Los de la familia de san Vicente rezamos seguramente que no haya más guerra en Ucrania ni en Gaza. Día tras día, pedimos justicia para los inocentes que siguen atrapados entre fuego, en particular, para los niños y niñas. Y al no conseguir lo que pedimos, hay riesgo de que se apodere de nosotros el desaliento. Podemos concluir también que Dios no está cerca ni escucha.
No cabe duda de que corrían parecido riesgo de desaliento y pérdida de fe los elegidos del tiempo de Lucas. Se les oprimía y perseguía por causa del reino de Dios. Pedían, pues, que se les hiciese justicia.
Mas los momentos seguían duros para ellos y, aún más, tardaba en volver Jesús. Con razón, por lo tanto, se les enseñó cómo habían de orar siempre y no dejarse llevar por el desaliento. Y, sí, vino al caso el dicho: «Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?».
Se nos llama a siempre orar solidarios, cual Moisés, Aarón y Jur, sin dejarnos llevar por el desaliento.
Seguir a Cristo quiere decir pasar por pruebas. Después de todo, ser de él es exponerse al odio, a las persecuciones (Jn 15, 18. 20; 2 Tim 3, 12. Y a los conflictos (SV.ES I:143). Pero nos han de impulsar las pruebas a confiar en Dios.
Y no, él no abandonará a los suyos. Un juez malo se rinde y hace justicia, al fin, a una viuda insistente y molesta. Cuánto más, pues, hará justicia Dios, bueno que es, a los de él que le gritan día y noche.
Y no cuenta que insistentes y molestos nos quejemos. Pues las quejas se abren a una fe profunda y a una confianza firme. Lo que cuenta es que nuestro insistir molesto sea a la vez insistir molesto para establecer justicia en la tierra.
Pero cuidado con lo que se pide, que esto puede exigir cambios que duelen, para que venga el reino de Dios. Para que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo y se trasforme el mundo por el amor.
Señor Jesús, concédenos dedicar nuestra vida a la predicación, a tiempo y a destiempo, de la Palabra. Y a la consecución del derecho y la justicia para los pobres. No dejes que nos dejemos vencer por el desaliento ante los fracasos y la incomprensión de la gente. Que el Espíritu Santo nos cambie del todo (SV.ES IX:375). Así, los malos no pediremos malas cosas o de mal modo (san Agustín). Y nútrenos con tu cuerpo y sangre, para que el camino hacia la justicia no se nos haga muy duro.
19 Octubre 2025
29º Domingo de T.O. (C)
Éx 17, 8-13; 2 Tim 3, 14 – 4, 2; Lc 18, 1-8













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