Los jóvenes que atendemos en nuestros servicios suelen tener dificultades para manejar sus finanzas, pero esto no siempre se debe a su falta de habilidades o experiencia en la gestión de un presupuesto. Muchas veces es algo mucho más profundo.
Muchos de los jóvenes de entre 16 y 25 años a los que apoyamos viven con “mochilas” invisibles llenas de piedras pesadas: inestabilidad en la infancia, abusos, relaciones rotas, pobreza. Esas piedras los condicionan y moldean la manera en que gastan y ahorran. Lo sé bien, porque yo fui uno de ellos.
Tenía 17 años cuando me echaron de casa, luchando con mi salud mental y con la falta de hogar. He cargado con esas piedras y contraje deudas que no podía devolver —y no se trataba solo de hacer un presupuesto.
Es fácil juzgar a la gente y cuestionar sus decisiones. A veces escucho comentarios como: “¿por qué pedir comida a domicilio si no puedes pagar el alquiler?”. Pero para alguien que apenas tiene poder sobre su vida, esa pizza puede ser su único acto de elección. Puede ser una forma de calmarse, un bálsamo reconfortante, una manera de sentirse humano por un instante. Y a veces esa necesidad puede ser más fuerte que la de gestionar el presupuesto.
Muchos de los jóvenes que vemos están luchando con traumas, y esto afecta directamente a su relación con el dinero. Nuestro enfoque no avergüenza sus decisiones. En cambio, arroja luz sobre ellas y se pregunta qué representan.
En la práctica, esto significa ayudar a las personas a vaciar su “mochila” de manera segura. A veces una piedra se convierte en guijarro cuando la descompones. A veces el “monstruo bajo la cama” resulta ser un osito de peluche cuando le alumbramos con una linterna. Cuando la gente se siente segura, vista y apoyada, comienza a tomar decisiones diferentes.
Por supuesto que no empezamos con presupuestos. Los presupuestos importan, desde luego, pero si empezamos de golpe con hojas de cálculo y déficits, corremos el riesgo de que la gente se bloquee. En su lugar, comenzamos con herramientas que conectan con las emociones y las experiencias vividas.
Estas pueden ser ejercicios como:
- Money Mind (Mente y dinero): una sencilla hoja con forma de cabeza y nubes de pensamiento. Las personas escriben lo que tienen en mente —preocupaciones, esperanzas, incluso pequeños objetivos como comprar una tarjeta para el Día de la Madre—. Juntos, transformamos esas nubes en un plan de acción.
- El Iceberg: por encima de la línea de flotación están las conductas visibles —pagos perdidos, gasto excesivo, retraimiento—. Bajo la superficie están los motores ocultos: trauma, pobreza, abusos, experiencia en acogida. Explorar ese “debajo” cambia nuestra manera de responder.
- Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): integrada en nuestros recursos, la ACT ayuda a las personas a identificar pensamientos y hábitos poco útiles y a comprometerse con elecciones alineadas con sus valores.
Este enfoque cambia la conversación, elimina la vergüenza y sitúa la motivación en el centro. Para mí, dinero y emoción están profundamente entrelazados. La deuda puede sentirse como un castigo. La escasez puede llevar a acumular y temer la pérdida. El gasto excesivo puede ser una forma de afrontar la ansiedad. La sociedad también alimenta esto. Vivimos en lo que yo llamo una “sociedad de fideos instantáneos”: todo rápido, fácil, inmediato. Súmale la tentación del “compra ahora, paga después”, y el resultado son patrones de gasto impulsados más por la dopamina que por metas a largo plazo.
Nuestro papel no es decir a la gente lo que no debe hacer. No somos la “policía de la diversión”. Se trata de ayudarles a detenerse, reflexionar y tomar decisiones que no estén impulsadas por la búsqueda de ese subidón de dopamina, sino que les acerquen a lo que de verdad quieren en su vida, ya sea unas vacaciones, estabilidad o independencia.
Mantener tu propio alojamiento requiere tanto educación financiera como estabilidad emocional. Vivienda, dinero y bienestar forman un trío: sin uno, los otros corren riesgo. Es fundamental que los jóvenes con los que trabajamos comprendan su propia relación con el dinero, para que puedan empezar a hacer los cambios necesarios para avanzar.
En el fondo, nuestro programa de gestión del dinero trata de prevenir la falta de hogar. Les dota de lo que yo llamo un “pasaporte”: las habilidades y la conciencia necesarias para manejarse de forma independiente y resistir los golpes de la vida. Construye comunidades más fuertes con personas que se sienten capaces y seguras de sí mismas.
Fuente: https://www.depaul.org.uk/













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