“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá”
Mal 3, 13-20; Sal 1; Lc 11, 5-13.
Saber perseverar y ser constantes en nuestra oración es lo que hoy nos habla el Evangelio de hoy. Jesús nos presenta un ejemplo muy sencillo y humano –el del amigo que viene a pedir tres panes a medianoche– que es suficiente para hacernos pensar sobre la manera de dirigirnos a nuestro Padre Dios, siendo perseverantes en nuestras súplicas.
Cuando oramos entramos en diálogo con Dios, con ese Padre y Amigo que me ama, que me escucha, que es infinitamente bueno y que me espera siempre con los brazos abiertos.
¡Cuánta fe y cuánta confianza necesitamos a la hora de rezar! ¡Qué fácil es desanimarse a la primera! Y nos cuesta intentarlo de nuevo por la falta de perseverancia.
Pidamos, busquemos, llamemos las veces que haga falta, no quedaremos defraudados si lo hacemos con fe y confianza. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Pero nos pide que colaboremos con Él presentándole nuestra vida con sus logros y con sus necesidades. En actitud de agradecimiento y de súplica confiada.
Señor, vengo ante Ti con la confianza y la seguridad de que tú me escuchas y estás dispuesto a darme todo lo bueno que necesito. ¡Enséñame a hablar contigo!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín, C.M.













0 comentarios