En las primeras horas de una mañana de septiembre, mientras las bombas resonaban sobre Gaza, el doctor Refaat Alathamna participó en el programa Perspectivas de CNN para compartir su historia. Médico anestesiólogo y especialista en cuidados intensivos, boliviano-palestino, Alathamna ha sobrevivido a casi dos años de guerra, atravesando un ciclo incesante de desplazamientos, miedo y agotamiento. Pero, por encima de todo, es un padre de cinco hijos que intenta mantener con vida a su familia al mismo tiempo que atiende a sus pacientes.
Alathamna estudió medicina en Bolivia, donde vivió durante casi una década y obtuvo la nacionalidad boliviana. Hoy, esa misma ciudadanía sostiene su petición al gobierno de Bolivia para que le ayude a él y a su familia a escapar de la guerra. Sin embargo, a pesar de promesas y negociaciones con otros países, el médico sigue atrapado en Gaza, esperando un pasaje seguro que nunca llega.
Vivir bajo el fuego
En su testimonio, Alathamna describió el caos del desplazamiento. Las familias se ven obligadas a abandonar sus hogares una y otra vez, algunas hasta quince veces, perdiendo todo en el camino: casas, coches, empleos, hasta quedarse únicamente con la ropa que llevan puesta. Las calles están llenas de desplazados en busca de un refugio que no existe. Ocho de cada diez viven ya en tiendas de campaña, soportando condiciones tan duras que la supervivencia misma se convierte en una incógnita.
A pesar de ser médico, Alathamna no escapa a estas penurias. Su familia ha sido evacuada al menos diez veces, moviéndose del sur al centro de Gaza. Amigos y pequeñas donaciones desde el extranjero han sido su salvavidas, proporcionándoles lo justo para conseguir un techo temporal y algo de comida. No ha recibido salario alguno desde que empezó la guerra, ni tampoco apoyo directo del gobierno boliviano.
Entre los pacientes y los hijos
El peso de su testimonio está en la tensión diaria que enfrenta: ¿Cómo cuidar de los pacientes cuando tus propios hijos pasan hambre? Alathamna trabaja turnos doble o triples, atendiendo a heridos en hospitales saturados. Luego, como todos, debe salir a la búsqueda de comida para su familia. En medio de la guerra, el simple acto de alimentar a un niño se convierte en una tarea monumental.
Cuando le preguntaron por la política, el doctor se desmarcó con firmeza. «Soy un hombre neutral», dijo. Su misión es clara: curar a los enfermos, proteger a sus hijos y encontrar un camino hacia la seguridad. La política no cura heridas ni detiene bombas; la medicina y la compasión, en cambio, sí.
Puntos para la reflexión
- ¿Cuántas vidas permanecen sin voz, silenciadas por el ruido de la política y la guerra?
- ¿Qué responsabilidad tienen las naciones y las organizaciones internacionales hacia ciudadanos como Alathamna, atrapados entre fronteras y bombas?
- ¿Cómo podemos responder, como comunidad global, con solidaridad en lugar de indiferencia?
Oración
Dios de misericordia y compasión,
elevamos nuestra súplica por las incontables familias que sufren en Gaza.
Concédeles protección en medio del miedo,
alimento en el hambre y paz en medio del dolor.
Inspira a los líderes y a las naciones a actuar con valentía y humanidad,
para que los gritos de los inocentes no se encuentren con el silencio.
Transforma nuestros corazones de la indiferencia a la solidaridad,
y que la sanación triunfe sobre la destrucción,
la vida sobre la muerte y la esperanza sobre la desesperanza.
Amén.













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