En la Sociedad de San Vicente de Paúl, nuestras acciones se guían por la Sagrada Escritura, por nuestra Regla y tradiciones, y por las directrices. Las respetamos en ese orden de precedencia; cuando unas directrices contradicen la Regla o la Sagrada Escritura, deben ser modificadas. Las directrices aparecen en textos formales como el Manual, pero, fieles a nuestro respeto por la subsidiariedad, quizá las más importantes sean aquellas que las propias Conferencias adoptan para sí mismas.

Existe la tentación, al oír la palabra “directrices”, de pensar en algo parecido al Código Pirata: poco serio y fácilmente descartable por simple cuestión de preferencias. Sin embargo, las directrices de una Conferencia son mucho más que eso.

Las nuevas Conferencias se constituyen sin directrices propias, pero con la Regla y con el consejo de su Consejo de apoyo para ayudarles a vivir la Regla en sus primeras obras. A lo largo de su primer año, y en preparación para solicitar la agregación, van elaborando unas directrices que se adapten a las necesidades de su comunidad concreta y a sus propias capacidades, procurando tener en cuenta todas las cosas dentro de su experiencia en crecimiento.

Las directrices, por tanto, no pretenden restringir las acciones o decisiones de los miembros, sino para empoderarlos; no enumerar lo que no se puede hacer, sino recordar lo que sí se puede y se debe hacer. Es la diferencia entre decir “nunca damos más de X euros en ayuda” y decir “el equipo de visitas domiciliarias puede aprobar hasta X euros de ayuda”. Por ello, las directrices han de contemplar siempre aquellos casos en que la ayuda necesaria exceda lo previsto. ¿Cómo se decide y aprueba entonces? ¿Por los responsables de la Conferencia, o por la Conferencia en su conjunto?

La cantidad de ayuda material que ofrecemos es solo un pequeño aspecto que las directrices deben contemplar, pero en todas las áreas llegamos a ellas mediante un proceso de discernimiento y consenso dentro de nuestras Conferencias. Las directrices, pues, no son órdenes arbitrarias, sino reglas compartidas y aceptadas por todos. Por esta razón, nuestra Regla exige que las Conferencias y Consejos “evalúen periódicamente el servicio prestado a los miembros y a los pobres, la eficacia de sus obras especiales y de todas sus actividades, y exploren modos de prestar un mejor servicio. También deben considerar nuevos tipos de necesidades que se puedan aliviar y la manera de encontrar a quienes están en necesidad” [Regla, Parte III, Est. 22]. Esta revisión incluye, de manera natural, la evaluación de las directrices, teniendo en cuenta nuevas experiencias y circunstancias cambiantes.

Como miembros individuales, no nos corresponde actuar por cuenta propia al margen de las directrices de la Conferencia. Si creemos que deben cambiarse, deberíamos sentirnos libres de comunicar nuestras opiniones al círculo de amigos, la comunidad de fe, que es nuestra Conferencia.

Contemplar

¿Me siento tentado, a veces, de actuar por mi cuenta en lugar de confiar en que mi Conferencia escuchará mis preocupaciones?

Por Timothy Williams
Director Senior de Formación y Desarrollo de Liderazgo
Sociedad de San Vicente de Paúl USA.