Jesús es el que inicia y consuma nuestra fe. Fijamos los ojos en él para que siempre tengamos una fe viva y constante.
Se les da a conocer a los sencillos y humildes las cosas de Dios y de su reino. No es de sorprender, por lo tanto, que sea de ellos la fe viva (SV.ES XI:462).
Así que no cuenta que su fe no sea tan grande, culta y adoctrinada como la de los sabios. Pues lo que vale es la auténtica fe. Debido a ella, los sencillos y humildes «creen, palpan, saborean las palabras de vida». También soportan ellos con paciencia y paz sus enfermedades, aflicciones y necesidades.
Tener fe viva quiere decir vivir por la fe.
En otras palabras, ellos viven por la fe, por la fe viva que tienen. Dependen por completo de Dios. Pues no tienen nada, solo su fe, su esperanza y su confianza en él.
Es decir, tener fe viva es ser de los anawim, los pobres de Yahveh. Ellos le encomiendan sus afanes y descargan todo su agobio en el que cuida de ellos.
Y pobres de Dios nos quiere Jesús. Quiere que nos veamos los más pobres de todos y admitamos que dependemos de Dios del todo. Que todo lo bueno que somos, tenemos y hacemos es don de Dios. También la fe, por supuesto. Después de todo, no tenemos nada que no hemos recibido.
No podemos, por lo tanto, jactarnos de nada. Por muy buenos que seamos, por muy justos que nos portemos, ningún derecho tenemos a premios de parte de Dios. Él no puede ser nunca nuestro deudor, por más que cumplamos con exactitud sus mandatos. Lejos de nosotros, pues, darnos importancia, afectar superioridad. Sí, al fin y al cabo, somos «siervos inútiles».
Por esas palabras hirientes y chocantes se destaca la importancia de la fe viva, sencilla y humilde. Y se nos hace más fácil recordarlas. Mas no, no se nos toma por siervos, sino amigos. De hecho, si nuestro Señor nos encuentra a los criados en vela, él nos hará sentar a la mesa y nos servirá. Nos dará de comer su cuerpo y de beber, su sangre.
Señor Jesús, auméntanos la fe. Y concédenos una fe viva y la vida nueva; que ya no vivamos nosotros, sino tú en nosotros. Así, todo lo podremos en ti que nos confortas y seremos fuertes cuando débiles. Haz que la fe, lejos de ser un calmante que nos deje sin hacer nada, nos dé fuerzas. Para tomar parte en los duros trabajos de la Buena Nueva. Y para afrontar los momentos duros de guerras, «desesperanza, corrupción, injusticias, desastres naturales y pobreza de toda clase».
5 Octubre 2025
27º Domingo de T.O. (C)
Hab 1, 2-3; 2, 2-4; 2 Tim 1, 6-8. 13-14; Lc 17, 5-10













0 comentarios