Tejiendo la esperanza: Un nuevo tapiz de comunión en la Familia Vicenciana

por | Sep 22, 2025 | Featured, Formación | 0 Comentarios

Al acercarnos a la fiesta de San Vicente, la Oficina de la Familia Vicenciana os invita a profundizar en la comprensión del entramado relacional de la Familia Vicenciana mediante la lectura del primero de tres artículos escritos por el P. Memo Campuzano, C.M., tras la reciente Convocatoria de la Familia Vicenciana en Roma. Esperamos que sirva tanto para la reflexión personal como para el diálogo comunitario dentro de vuestros círculos vicencianos. Gracias por construir y cultivar las relaciones dentro de la Familia Vicenciana.

Tejiendo la esperanza: Un nuevo tapiz de comunión en la Familia Vicenciana
Viviendo el tejido relacional en espíritu de conversión y renovación sinodal

“Debemos ayudarnos mutuamente, soportándonos unos a otros y buscando la paz y la unión; porque ése es el vino que alegra y robustece a los viajeros en ese camino estrecho de Jesucristo” – San Vicente de Paúl (SVP ES IV, 254).

En un mundo dividido, marcado por el aislamiento, la injusticia y las transformaciones rápidas, la Familia Vicenciana reclama su identidad profética a través de una “mística del NOSOTROS”. La II Convocatoria de Roma en 2024 nos llama a reavivar el corazón relacional de nuestro carisma y renovar las estructuras para la misión. Extendida en 170 países y 180 ramas, esta familia se está reimaginando como un vibrante tapiz de comunión. No es un símbolo, sino algo vivo, tejido a través del encuentro sincero, el diálogo intercultural y la misión compartida enraizada en los valores del Evangelio. En respuesta a la llamada de la sinodalidad, se nos urge a caminar, discernir y construir juntos un futuro moldeado por la creatividad, la hospitalidad, la inclusión y la profecía común.

Una cultura del encuentro: comunión e inclusión

Marcada desde siempre por la diversidad, la Familia Vicenciana debe ahora encarnar una comunión intencional y visible. Haciéndonos eco de la llamada del Sínodo a la conversión relacional, avanzamos hacia una cultura vivencial del encuentro. Estructuras como la Oficina de la Familia Vicenciana Internacional, los Consejos Nacionales, las plataformas regionales como FAVILA y las comisiones internacionales no son formalidades administrativas, sino motores de colaboración, que unen a clérigos, laicos y personas consagradas en el servicio a los pobres y al planeta. Nuestra plena comunión en la misión es fundamental, no opcional.

El nuevo tejido relacional exige espacios donde cada voz sea valorada, especialmente la de los pobres, los jóvenes, las mujeres y las culturas infrarrepresentadas. Se nos llama no solo a trabajar juntos, sino a convertirnos en un solo cuerpo, una sola Familia, sirviendo al Evangelio en solidaridad y amor.

De la conversación a la conversión

Un momento clave en la Convocatoria de Roma fue la práctica de las “Conversaciones en el Espíritu”, un método de diálogo basado en la oración, el silencio, la escucha profunda y el discernimiento comunitario. Este paso del debate al discernimiento señala una profunda transformación cultural. Al adoptar este modelo, la Familia Vicenciana se alinea con el corazón de la Iglesia sinodal: una Iglesia que escucha antes de actuar y que actúa solo después de un discernimiento espiritual auténtico.

Esta nueva forma de ser fomenta la unidad en la diversidad, donde el desacuerdo es acogido (disenso antes de consenso) y donde la colaboración se forja en la riqueza generacional y cultural. También el liderazgo debe evolucionar: pasar del control a la participación compartida y guiada por el Espíritu, a ejemplo de Pentecostés (Hch 2,1–12).

Dinamismo intergeneracional e intercultural

Nuestro futuro depende de cómo nos comprometamos con el presente. Los jóvenes no son herederos pasivos, sino co-creadores del presente y del futuro vicenciano. La Acción 4.1 de la Convocatoria establece la necesidad de espacios dinámicos de participación juvenil para asegurar tanto la continuidad como la renovación creativa del carisma.

La interculturalidad es igualmente vital. El carisma vicenciano se expresa de manera única en cada cultura y en cada momento. La cultura, la geografía y la historia no son barreras, sino espacios sagrados donde nuestra misión renace. Cada generación y cada tierra ofrecen nuevos símbolos, lenguajes y formas de fe que enriquecen todo el tapiz.

Al caminar juntos descubrimos nuevas profundidades del carisma a través de la transformación mutua. “Es caminando juntos —a través de edades, lenguas y culturas— como descubrimos nuevas honduras de nuestro carisma y permitimos al Espíritu moldearnos de nuevo” (Ap 21, 5).

Alianzas estratégicas, incidencia política y cambio sistémico

Nuestro tejido comunitario debe extenderse hacia afuera. La Acción 4.3 del documento de Roma subraya la urgencia de formar alianzas estratégicas con ONGs, sociedad civil, comunidades de fe y movimientos sociales. Estas alianzas no son solo para ampliar el alcance, sino para transformar los sistemas.

Está emergiendo un ecosistema vicenciano: redes de colaboración, comunicación compartida y valores unificados. Los pobres no son meros receptores de caridad sino sujetos activos de su propia transformación. El cambio sistémico, la incidencia política y el empoderamiento de base encarnan ahora nuestro compromiso relacional.

Somos constructores de puentes, como nos exhortó el papa León XIV: “Ayúdanos también a tender puentes con el diálogo y el encuentro, a ser un solo pueblo, a estar en paz”. Se nos llama a abrirnos a las historias de los demás —especialmente las de los pobres— creando un espacio donde las heridas se curen y los sueños compartidos echen raíces. La comunión se convierte en solidaridad, y la solidaridad en misión.

Construyendo estructuras nacionales para un impacto duradero

Si bien las estructuras no garantizan espiritualidad ni profecía, tampoco estas son sostenibles sin ellas. La Acción 4.9 de la hoja de ruta de Roma hace hincapié en la formación de Consejos Nacionales: espacios para la planificación, el discernimiento, la coordinación y la contextualización del carisma.

Estas estructuras aseguran la continuidad, facilitan el desarrollo del liderazgo, se adaptan a las necesidades locales y mantienen la corresponsabilidad. Allí donde aún no existen consejos, se nos convoca a formarlos, no como burocracias, sino como expresiones vivas del “nosotros” vicenciano.

Ser peregrinos de la esperanza hoy significa más que caminar: significa tejer. Estamos cosiendo un tapiz global de comunión enraizado en la confianza mutua, la misión compartida y el amor evangélico.

“Quiéranse mucho y ayúdense unos a otros; sopórtense en sus defectos y permanezcan siempre unidos en el espíritu de Dios, que les ha elegido para ese gran proyecto y que les conservará para que puedan llevarlo a cabo» – San Vicente de Paúl (SVP ES V, 414).

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