“Ay de ustedes… ni entran ni dejan entrar”

I Tes 2, 1-8; Sal 138, 1-3. 4-6; Mt 23, 13-22.

«No entran ustedes ni dejan entrar a los que querían hacerlo”. Esta es una frase del evangelio de hoy que hace pensar en aquellas acciones que realizamos en el día a día y con las que podemos obstaculizar el deseo de los demás por acercarse al Reino.

¡Qué corrección la que les has dado a los fariseos y escribas de tu tiempo, Señor! Pero cuánto amor se descubre detrás de estas correcciones que buscaban la conversión. La corrección me demuestra que una persona de verdad se interesa por mí, que no le es indiferente si estoy o no en el mal camino, si estoy haciendo las cosas de la manera incorrecta. Esto es lo que me demuestras hoy. Tú eres un Dios que se interesa por mi bien. Tú siempre buscas lo mejor para mí, aunque a veces me cueste descubrirlo y aceptarlo. No eres el Dios que prohíbe siempre sino el consejero perfecto.

Qué triste pero real es constatar que hoy se sigue repitiendo la misma escena. Cuántas personas se alejan de la Iglesia por el pobre testimonio que damos. Ayúdame, Señor Jesús, para que mi corazón escuche y mi generosidad crezca a fin de poder responder a todas las luces que me ofreces con tu Espíritu Santo.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Laura Ríos, Comedor Vicentino