Caminando juntos: el HLPF 2025 y la llamada al mundo vicenciano
Nueva York, julio de 2025 — El Foro Político de Alto Nivel (HLPF) 2025 concluyó en Nueva York, marcando un momento crucial en el camino hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030. Bajo el lema «Reconstruir la confianza y reavivar la solidaridad global: acelerar la acción en la Agenda 2030 en tiempos de crisis», el Foro de este año reunió a gobiernos, sociedad civil, organizaciones basadas en la fe, jóvenes y movimientos de base para reflexionar sobre los avances, identificar carencias y renovar compromisos.
Conclusiones clave del HLPF 2025
Con solo cinco años por delante hasta 2030, el Foro subrayó que el progreso en varios de los ODS sigue siendo demasiado lento. Múltiples crisis superpuestas —cambio climático, conflictos, desigualdad global y desplazamientos— continúan ampliando la brecha entre el compromiso y la acción.
Los tradicionalmente excluidos —pueblos indígenas, migrantes, personas con discapacidad, mujeres y actores religiosos—, las coaliciones de la sociedad civil, incluidas redes religiosas como la Justice Coalition of Religious (JCoR), desempeñaron un papel visible impulsando la rendición de cuentas y la justicia.
Se renovó el impulso hacia soluciones integradas: abordar la pobreza, el clima y los conflictos no como problemas separados, sino como realidades profundamente interconectadas. La llamada a «no dejar a nadie atrás» debe ser más que un eslogan; requiere un cambio estructural.
Se reconoció a los actores religiosos por su capacidad única de llegar a los más vulnerables, construir paz y generar confianza en las comunidades. Su presencia, tanto en los espacios de formulación de políticas como en aldeas remotas, tiende puentes entre lo global y lo local.
¿Qué significa esto para nosotros, la Familia Vicenciana?
Como vicencianos, nuestro carisma nos llama a estar junto a los más abandonados. Los resultados del HLPF 2025 no son lejanos ni abstractos: son una llamada vicenciana urgente a la acción. Estemos donde estemos —desde las salas de la ONU hasta las periferias—, nuestro carisma nos invita a escuchar a quienes más sufren las consecuencias de sistemas rotos; a actuar a nivel local y global; a responder con justicia, creatividad y compasión; a educar a otros sobre los ODS, los derechos humanos y la llamada evangélica a la acción; a defender la protección de las personas y del planeta, no como espectadores, sino como agentes de cambio; a escuchar en profundidad los clamores de los pobres, desplazados y excluidos —especialmente en los lugares donde vivimos y servimos—; a defender con valentía el cambio sistémico a todos los niveles, desde la parroquia hasta las Naciones Unidas; a colaborar ampliamente, fortaleciendo alianzas con ONG, otras tradiciones religiosas y redes de base que comparten nuestra misión de justicia y misericordia; a educar proféticamente, asegurando que nuestras comunidades y nuestra juventud comprendan los ODS, los derechos humanos y su propio poder para transformar el mundo.
Una llamada vicenciana a la acción
Ante los desafíos globales de hoy, no estamos indefensos: estamos llamados. Que el mundo vicenciano responda al HLPF 2025 no con silencio ni con cansancio, sino con valentía creativa. Ya sea en una favela, en un aula, en un campo de refugiados o en una sala de negociaciones de la ONU, caminemos junto a los pobres, ofreciendo esperanza, dignidad y justicia.
El camino hacia 2030 es corto, pero nuestro legado puede ser largo. Como vicencianos, no preguntemos qué hará el mundo, sino qué debemos hacer nosotros, unidos.
«Somos aquellos a quienes estábamos esperando» (June Jordan, en la ONU, 1978).
Que la Familia Vicenciana se alce en este momento kairós, con fe, con amor y con acción.
Sor Michelle Loisel, HC















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