“El reino de Dios ha llegado a ustedes”
Is 66. 10-14; Sal 65; Gal 6, 14-18; Lc 10, 1-12. 17-20.
El primer ensayo de misión ya lo había hecho Jesús con los doce apóstoles. Ellos habían sido los primeros llamados, como dice el evangelio de Marcos (3, 13-14): Llamóalosqueélquisoysereunieronconél. Así instituyó alos Doce(alosquellamóapóstoles) paraqueestuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para expulsar demonios. Estos Doce formarían el núcleo de la Iglesia; serían los patriarcas del nuevo pueblo de Dios.
Pero no se quedó ahí la cosa. Jesús designó a otros setentaydosdiscípulosylosmandópordelante, dedosen dos, a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir.
No sé cómo se sentirían estos hombres cargados con semejante responsabilidad. Apenas llevaban unos meses con Jesús. ¿Qué se podía esperar de tales misioneros y de tal misión? Esa es la pregunta que los más calculadores de nosotros nos podríamos hacer. Pero Jesús se arriesga con ellos. Jesús confía en ellos.
La respuesta y la sorpresa está al final del evangelio de hoy: Los discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
No dejemos la evangelización para que la hagan otros, porque es tarea de todo creyente, seguidor de Cristo. Inmerecidamente, Jesús confía en nosotros.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Miguel Blázquez Avis C.M.
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