En un pequeño pueblo de arena y caminos sin asfaltar, donde la vida se construye con sencillez y esperanza, una comunidad de Hijas de la Caridad ha plantado una semilla nueva del carisma vicenciano. Hablamos con una de ellas, misionera en Diouroup (Senegal), que ha regresado temporalmente a España y nos abre el corazón para compartir su experiencia. Desde los inicios de la misión hasta los desafíos actuales, pasando por el día a día en contacto con los más pobres, esta entrevista es una ventana a una vocación vivida con pasión, humildad y entrega.
Nos habla de salud, educación, inclusión, pastoral… pero sobre todo de cercanía, de presencia sencilla y transformadora, de una fe que se hace vida entre los más humildes. A través de sus palabras descubrimos cómo el mensaje de san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac se hace actual en las tierras africanas, donde “ser” y “estar” es ya un testimonio misionero.
PREGUNTA: Bienvenida de vuelta a España, ¿Qué tal estos primeros días en España? ¿Has notado mucha diferencia respecto de Senegal?
RESPUESTA: Mucha, mucha. Primeramente, yo no traía nada de abrigo, cuando he llegado por poco me hielo en el aeropuerto, así que me llevaron a una casa y me tuvieron que dar la ropa de invierno que tengo guardada en una maletita aquí, en Sevilla. En Senegal estoy en un pequeño pueblo donde todo es arena, no hay ninguna calle asfaltada… y claro, llegas aquí y ves todo asfaltado, todo limpio… esa fue la primera impresión.
P: ¿Cómo, cuándo y dónde sentiste la llamada para ser misionera y dedicar tu vida a los más necesitados?
R: Yo primero sentí la llamada de ser misionera, antes de ser Hija de la Caridad. Estaba en un colegio de las hermanas y venían misioneros a contarnos su experiencia y a mi aquello, con 7 u 8 añitos ya me caló. Entonces siempre he querido ser misionera. Después ya, como estaba en un colegio de hermanas, me contaron lo que era ser Hija de la Caridad y me di cuenta que allí podía servir a toda la gama de necesidades de los pobres.
P: ¿Cómo fue tu primera impresión cuando llegaste a Senegal por primera vez? ¿Ha cambiado esa perspectiva desde entonces?
R: Me encantó, siempre he querido servir a los más pobres. Estoy en un pueblecito de agricultores, donde la vida es sencilla, donde se vive con lo necesario.
Desde entonces esa perspectiva no ha cambiado. Me gusta muchísimo estar con la gente, me conocen, conocen a las hermanas… porque es una fundación [una nueva misión] que hemos hecho nueva, allí no había hermanas. Es la primera comunidad de Hijas de la Caridad en Senegal, me siento como en casa.
P: ¿Qué proyectos realizáis actualmente en Diouroup y sus alrededores?
R: Cuando llegamos, tuvimos que comenzar de cero porque no teníamos nada. Lo primero que hicimos fue buscar una casa. Un señor de allí estaba construyendo una casa y, cuando se enteró de que buscábamos casa, nos la alquiló. Después, lo que hicimos fue conocer las necesidades del pueblo, reuniones con el párroco, con las asociaciones de mujeres… para que nos dijeran de que nos podíamos ocupar. Una de las primeras necesidades fue un centro de salud, por ello empezamos a buscar cómo. La Iglesia nos dio una antigua parroquia que estaba abandonada y, gracias a COVIDE-AMVE, pudimos reconstruirla. Entonces hicimos un pequeño ambulatorio con una sala de formación.
En la actualidad tenemos tres hermanas que se ocupan del centro de salud, cada una en la consulta, las curas, toma de muestras, etc. Además, una vez a la semana van a visitar los poblados de los alrededores para ver a los enfermos que no pueden venir. Yo comencé con un centro de alfabetización de la mujer que me pidieron, que lo hice gracias a la ayuda del Cabildo de Gran Canaria y de COVIDE-AMVE. Ahora soy la encargada de las becas infantiles de Diouroup y las aldeas de alrededor. También, dos días a la semana tenemos un centro de niños con necesidades especiales. Los martes y los jueves voy al centro, recibimos a los menores, les damos estímulo cognitivo, estimulo físico, les hacemos masajes… Por último, también estoy presente en la pastoral porque estoy en Caritas.

Foto: COVIDE-AMVE. Sor Mª Jesús e Isabel, Responsable de Becas de COVIDE-AMVE, trabajan en las nuevas becas del próximo curso escolar.
P: ¿Cuáles son los principales desafíos a los que te enfrentas en tu labor misionera?
R: Ahora mismo el principal desafío es terminar el centro de salud, porque es lo que ha pedido el pueblo. Otro desafío es poder estructurar un poquito la misión, dando una respuesta más de calidad a los proyectos que estamos haciendo. Por ejemplo, los niños y niñas con necesidades especiales no tenemos la posibilidad de formalizar ese proyecto. Queremos organizarlo bien una vez que esté terminado el centro de salud.
«Nosotras simplemente somos, estamos entre ellos y están viendo la humildad, la sencillez, la caridad codo a codo.»
P: ¿Cómo transmitís el mensaje vicenciano en la misión de Diouroup?
R: Siendo. Siendo y allí, podemos marcar la diferencia. Tienen una religiosidad muy clerical, la vida religiosa sube de status. Los mismos religiosos ven que ellos son como algo especial allí. Nosotras simplemente somos, estamos entre ellos y están viendo la humildad, la sencillez, la caridad codo a codo. Nos vestimos de seglar, nos reconocen ya por la cruz, vamos al mercado y en seguida nos saludan, nos llaman por el nombre que nos han puesto de su etnia serer (Mari Saram, a mí). Todo el mundo nos conoce.
P: Senegal es uno de los países desde los que parte la migración hacia Europa y, especialmente, las Islas Canarias, ¿trabajáis con migrantes en la misión?
R: Nosotras en el pueblo no sentimos mucho esa necesidad de salir del país. Eso es más en la capital, si vas a la capital hay muchos pobres, mucha gente pidiendo, mucha miseria… En Diouroup la gente es sencilla, vive del campo (el cacahuete, del mijo, del mango cuando llega la época…), no le falta de comer (tampoco les sobra). Falta de comida no hay, pero si viven con lo justo y necesario.
P: Ahora que hablamos de agricultura, ¿habéis notado los efectos del Cambio Climático en Senegal?
R: Sí, ya empiezan a notarse. Los agricultores están acostumbrados a que llueve de finales de junio a noviembre. Las primeras lluvias son para preparar la tierra, después deja de llover durante unas dos semanas y comienza de nuevo. Es en este momento cuando empiezan a sembrar. Este proceso está cambiando, algunas veces ha llegado la primera lluvia, han preparado el campo, pero la segunda no ha llegado hasta 2 meses después, por lo que si han sembrado algo no sirve, se pudre. La epoca de lluvia se esta retrasando y, cuando llueve lo hace torrencialmente, lo que no ayuda nada al campo.
P: Por último, ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a todas las personas que han colaborado en la misión de Senegal?
R: Primeramente, agradecimiento, porque verdaderamente ninguna de nosotras tenemos ni pensión, ni nada, vivimos de lo que nos da la provincia. No podríamos hacer nada sin la ayuda de asociaciones como COVIDE-AMVE, Cáritas de Badajoz, la AMM, las madrinas y padrinos que sustentan nuestras becas. También me gustaria decirles que es importante aprender a vivir con lo necesario, lo que es muy difícil en una sociedad tan llena de necesidades como la actual. Pero yo sé que se puede ser feliz con menos.
Fuente: Revista «Tu Misión al día», publicada por la ONG COVIDE-AMVE, número especial 2, primer semestre del año 2025.
Visita la web de COVIDE-AMVE: https://covideamve.org/
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