“Maestro, te seguiré a dónde vayas”
Gen 18, 16-33; Sal 102; Mt 8, 18-22.
Abraham intercede insistentemente por Sodoma; ¡qué paciencia tan grande tiene el Señor! –Roguémosle al Señor también insistentemente que nos perdone, porque hay un justo que dio su vida y su sangre por nosotros.
Nos decía mi mamá: ¡No te mandas sola! Hemos de asumir nuestra pertenencia a Dios y “ocuparnos de las cosas de nuestro Padre” como Jesús nos enseña; como hijos de Dios, hagamos su voluntad pidiendo siempre al Espíritu Santo que nos ilumine en todas nuestras decisiones, las importantes y las que no lo son tanto, pues no nos mandamos solos, dependemos de Dios, es nuestro dueño; sin él no podemos nada, no somos nada.
Todos necesitamos de Él: el acompañado, el solo, el enfermo, el sano, el rico, el hombre, la mujer, el sacerdote… todos, todas.
Nos dice Dios Padre “escúchenlo”; y la Virgen “hagan lo que él les diga”.
Pongamos en Jesús nuestra esperanza, confiemos plenamente en él y sigámoslo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.













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