“El Señor envío a su ángel para librarme“
Hech 12, 1-11; Sal 33; 2 Tim 4, 6-8, 17-18; Mt 16, 13-19.
En el atrio del templo de mi pueblo se encuentran las figuras de San Pedro (con una llave) y san Pablo (con un libro), al preguntar su significado me dijeron que Dios le había dado las llaves de su Reino a Pedro y a Pablo la palabra para guiarnos para llegar al Cielo. Diríamos que son elegidos de Dios, pero ¿para qué? El Santo Padre Francisco nos lo explica de este modo: “Pedro, el pescador de Galilea, fue liberado ante todo del sentimiento de inadecuación y de la amargura del fracaso, y esto ocurrió gracias al amor incondicional de Jesús. Aunque era un pescador experto, varias veces experimentó, en plena noche, el amargo sabor de la derrota por no haber pescado nada y, ante las redes vacías, tuvo la tentación de abandonarlo todo. A pesar de ser fuerte e impetuoso, a menudo se dejó llevar por el miedo. Sin embargo, Jesús lo amó gratuitamente y apostó por él”.
Pablo “fue liberado de la esclavitud más opresiva, la de su ego. Y de Saulo, el nombre del primer rey de Israel pasó a ser Pablo, que significa ‘pequeño’”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.













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