“Y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo”

Is 49, 1-4; Sal 138; Hech 13, 22-26; Lc 1, 57-66. 80.

Hoy festejamos el nacimiento de aquel que desde el vientre de su madre percibió la presencia del Señor y que al final de su misión declaró: “Detrás de mi viene uno al que no tengo derecho a quitarle las sandalias de los pies”.

Ya su papá Zacarías había profetizado que este niño sería el profeta del Altísimo, el que prepararía el camino al Salvador. ¡Y así lo hizo! “Qué orgullo para sus papás”, podríamos pensar, como lo hacemos cuando sabemos que un hijo elige una vocación y la lleva a término, logrando un título; sin pensar que el mérito para semejante encomienda o para que aquel lograra su misión en este mundo, también le corresponde a los papás.

Hoy estamos invitados a reconocer y agradecer nuestra vocación a la que Dios nos ha llamado, pero también a reconocer los méritos de nuestros padres –o de aquellos que hicieron las veces de éstos– para lograr ir respondiendo a las llamadas que Dios nos hace, por su fe en nosotros, su confianza, su oración. Roguemos al dueño de la mies para que cada joven pueda reconocer su llamado, su misión y diga “sí” con todo su ser; que reconozcan como Juan la presencia de Dios en su vida.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.