“Somos embajadores de la reconciliación”
2 Cor 5, 14-21; Sal 102; Mt 5, 33-37.
La mirada de Jesús y sus criterios para valorar la vida tienen la lógica de la humildad. Dios es el dueño de la vida, aun así, no duda en regalarse a nosotros para que comprendamos que está muy cerca. Decir sí cuando es sí y no cuando es no. Esto es para valientes, porque no se trata de desahogarse diciendo lo primero que se nos ocurra; más bien es la libertad de ser auténticos, sin etiquetas, reconociendo tanto capacidades como límites. Sin disfraces o maquillajes que escondan las “imperfecciones” sino esforzándose en ser atentos, respetuosos de la verdad en la caridad.
Hace casi cuatrocientos años santa Luisa de Marillac se encontró a sí misma viviendo para Aquel que murió y resucitó por ella, y se dio totalmente a Cristo a tal punto, que para tener siempre presente la razón y el sentido de su existencia tomó como lema de vida el amor de Cristo crucificado nos apremia. Esta consigna permeó sus pensamientos, su corazón, sus decisiones, fue el itinerario que le ayudó a mantener la mirada fija en Jesús por Él se convirtió en verdadera embajadora de reconciliación promoviendo la unión y la cordialidad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.
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