“Reciban el Espíritu Santo“

Hech 2, 1-11; Sal 103; 1 Cor 12, 3-7.12-13; Jn 20, 19-23.

El caos reinaba en los corazones miedosos de los apóstoles y seguían reunidos, pero con las puertas bien cerradas. Jesús resucitado no dejará que eso se prolongara más, Él se coloca en medio de ellos y con su palabra les da su paz, el Espíritu Santo y los envía a continuar la misión.

Nosotros tenemos la gracia de frecuentar la Palabra de Dios, de participar en algún grupo de la Parroquia, celebrar la Eucaristía. Pidamos al Espíritu saber comprender su voz y dar testimonio del amor de Dios por el mundo, especialmente por los que más sufren.

Creemos en el Espíritu Santo, vivimos de su fuerza, de su luz… Nuestro mundo tiene sed de Dios. Ya que somos bautizados, busquemos medios para llevar su amor misericordioso e incondicional con quienes compartimos la vida y un poco más allá, pues hay muchas maneras de buscar el bien de los demás, por ejemplo: servicios de voluntariado, ser catequista, visitar a los enfermos. Todo ello sin descuidar lo sencillo y cotidiano: un saludo, una mirada amable, una sonrisa de acogida. Idiomas que son comprensibles para todos y todas.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.