“Te ruego por los que han de creer en mí”

Hech 22, 30; 23, 6-14; Sal 15; Jn 17, 20-26.

Una recomendación para disponernos a escuchar mejor al Señor sería lo que hacen algunos grupos que comparten Evangelio y Vida: Piden la luz del Espíritu Santo, leen el texto varias veces de forma pausada y en un momento de oración cada uno puede imaginar que está presente en la escena que narra el texto.

Por ejemplo, hoy Jesús está en la última cena, rodeado de sus amigos, es Jueves Santo… y les confía cómo es su relación con su Padre –nuestro Padre–.

Luego, Jesús se pone a orar en voz alta al Padre expresándole una sola petición: Que todos sean uno como Tú en mí y yo en ti… ¿Qué experimentarían los discípulos al escuchar esa plegaria que nacía desde lo más hondo del corazón de Jesús? ¿Qué experimento yo?

Señor ten compasión de esta tierra herida, que tú quisiste habitar como uno de nosotros. Por favor, derrama los tesoros de tu luz y de tu amor, para que nuestro mundo, que sobrevive entre las guerras, los desequilibrios socioeconómicos, el consumismo y el uso antihumano de la tecnología, pueda recuperar lo más importante y necesario: el corazón. (DN 31).

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.