“Que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto”
Hech 20, 28-38; Sal 67; Jn 17, 11-19.
Muchas veces las madres después de dar la bendición a sus hijos, nietos o personas queridas, les despiden con una bella expresión que es en sí una plegaria: “Dios te cuide”.
El Evangelio recoge esta súplica confiada de Jesús por nosotros en la oración sacerdotal, de la que leemos un fragmento en el evangelio de hoy. Quedemos contentos y agradecidos, confiados en esa oración.
La misión de cuidarnos unos a otros es una forma de amor, lo aprendimos con dolor durante la pandemia del COVID-19, esperemos que no vuelva a ser necesario un desastre natural o social para valorar que Dios ha querido mostrarnos su amor por la forma en que nos relacionamos unos con otros.
Cuidarnos unos a otros es respuesta a la oración de Jesús. Aceptar que nuestra vida está interconectada con todos, con la naturaleza, con cada ser humano. Así cuando el Señor nos pregunte dónde está tu hermano podemos hacer lo que decía un profeta de nuestro tiempo: Mostrarle el corazón lleno de nombres.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.
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