“Conocer al único Dios verdadero y a su enviado.”
Hech 20, 17-27; Sal 67; Jn 17, 1-11 a.
“Levantar los ojos al cielo”. Jesús muestra este gesto orante para hablarle al Padre de modo que sus discípulos también escucharan, un signo que ya habíamos visto en otras ocasiones como en el regreso de la misión de los setenta y dos.
Levantar los ojos es también un signo de atención, de hospitalidad, de búsqueda. Nuestra época se caracteriza por estar encorvada, muchas veces con los ojos vueltos hacia una pantalla.
Levantar los ojos puede decirse que es salir de sí mismo para mirar el mundo, mirar al hermano que se encuentra a nuestro lado en el transporte público, en el comedor, en el trabajo, en la fila para pagar un servicio.
Levantar los ojos al cielo para agradecer a Dios, para buscar a su Hijo en el rostro de nuestros hermanos que más sufren, para dejarnos encontrar por Dios mismo o sencillamente para saludar. Entonces una vez más alegraremos el corazón del Señor que ha orado por nosotros y nos ha confiado al amor infinito e incondicional del Padre.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.
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