“Les he dicho esto para que gracias a mí tengan paz”
Hech 19, 1-8 Sal 67; Jn 16, 29-33.
La alegría de ir descubriendo más de nuestra fe, de nuestro ser Pueblo de Dios, a veces marea un poco. Ese curso de Biblia, la semana de ejercicios espirituales, cumplir 300 días continuos yendo a misa, etc., pueden dar esa certeza de la que hablan los discípulos en el Evangelio de hoy: Ahora sí que hablas claramente… y no hace falta que nadie te pregunte. Al contrario, hay que preguntarle mucho y estar atentos a sus respuestas.
Madurar en el conocimiento de Cristo es tener presente la caritativa advertencia de Jesús: ¿Ahora creen? Miren, llega la hora en que perderán la unidad (se dispersarán) y me dejarán solo… Entonces discutimos quién tiene influencia en la Parroquia, en el grupo, a quién le dejan las llaves de la puerta. Sin hacer ruido la desconfianza o la rivalidad se van colando en el corazón de algunos hasta que la murmuración es un tsunami de desconcierto. Se va perdiendo la pasión por el anuncio del Reino, se descuida el servicio de los pobres y enfermos (los dejamos solos).
¡Ánimo, pues! Jesús nos ha dicho todo esto para que tengamos valor y recuperemos la paz en medio de las dificultades. Porque Él ya venció el mundo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.
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