“El Mesías tenía que padecer y resucitar”

Hech 1, 1-11; Sal 46; Ef 1, 17-23; Lc 24, 46-53.

Querido amigo de Dios (Teófilo), hoy es el día de la “confirmación” de los apóstoles.

Jesucristo, misericordia infinita, insistente y suplicante, perdona la injusticia producida por ignorancia y la infidelidad que había brotado de la cobardía; por eso se presenta a los apóstoles después de su pasión~resurrección, no para reclamarles con el típico: “se los dije”, sino para estar con ellos por un tiempo más, de manera que experimentaran que Él estaba realmente vivo y que les regalaba su paz.

Todo el tiempo pascual ha sido para la Iglesia, a través de los siglos, un tiempo especial de esperanza que nos prepara para la vida verdadera y plena. Creer en Jesucristo es un permanente jubileo.

Hace un año, en esta misma fiesta, el Papa Francisco entregaba el Documento que nos acompaña durante este año jubilar, tiempo especial de oración y esperanza. Nos decía: Jesús bajó a nosotros para hacernos subir hasta el Padre; se abajó para enaltecernos; descendió a las profundidades de la tierra para que el cielo se abriera de par en par sobre nosotros. Él destruyó nuestra muerte para que pudiéramos recibir la vida, y para siempre.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Alicia Margarita Cortés C. H.C.