Con el pelo lleno de mechas rosas y moradas, unas gafas enormes y una seguridad en sí misma que no se corresponde con su edad, Paige irradia energía creativa y serena determinación. Es una adolescente con grandes sueños y un creciente entendimiento de lo que significa verdaderamente sentirse como en casa, y para Paige eso también significa tener un lugar en el vestíbulo donde guardar sus botas llenas de barro.

¿Las botas? Proceden de sus largos paseos con los perros que nadie quiere: los que ladran, los que muerden, los que tienen el corazón roto. Paige tiene el don de calmarlos. No es sólo un trabajo; es una especie de espejo. Al cuidar de ellos, también aprende a cuidarse a sí misma, con paciencia y delicadeza, paso a paso.

Y luego está Deborah, la que hace que ese vestíbulo parezca un hogar. Como anfitriona de Paige, Deborah no se limita a ofrecer un lugar seguro donde quedarse o un sitio donde poner las botas llenas de barro. Ofrece una presencia estable, un oído atento y el tipo de asesoramiento cotidiano que ayuda a una joven a aprender a vivir con otra persona, a compartir el espacio, a asumir responsabilidades y a iniciar el silencioso cambio de sobrevivir a prosperar.

«Mis padres me pidieron que me fuera…»

Paige tenía sólo 17 años cuando se rompió la relación con su familia. Como tantos otros jóvenes, las razones fueron complejas: tensiones, falta de comunicación y los problemas inherentes a la adolescencia. El hogar se convirtió en un lugar de conflicto en lugar de consuelo. Al final, le pidieron que se marchara.

«Las cosas se estaban poniendo un poco difíciles —recuerda Paige—. Entonces entré en un albergue, que detestaba por completo».

Se encontró sola, moviéndose por un mundo para el que no estaba preparada: un mundo en el que el apoyo emocional escaseaba y donde el paso siguiente no estaba claro.

Fue entonces cuando conoció nuestro Supported Lodgings [servicio de alojamiento con apoyo].

Un suave aterrizaje, no una dura caída

Los alojamientos con apoyo están pensados para jóvenes como Paige, que aún no están preparados para vivir de forma independiente, pero sí para madurar. Es más que un alojamiento: es un entorno seguro y estable con un anfitrión que les ofrece orientación a diario, apoyo emocional y la oportunidad de aprender lo que significa vivir con los demás.

Paige fue acogida por Deborah, una anfitriona cariñosa, con los pies en la tierra, un gran corazón y dos gatos. Su conexión fue instantánea.

«Creo que congeniamos muy bien —dice Deborah con una sonrisa—. Tenemos un sentido del humor parecido. Nos entendemos. Le encantan los animales (yo tengo gatos), así que encajó muy bien».

Es una relación amable y mutua. No hay avances espectaculares, sólo cuidados constantes y un vestíbulo lleno de pequeños y significativos detalles.

Por ejemplo, la caja de cartón de la esquina. Un discreto gesto de Deborah para las siempre embarradas botas de Paige para pasear al perro.

«Nunca dijo nada —ríe Paige—. Pero capté el mensaje».

Es más que un lugar para guardar las botas. Es una muestra de convivencia, respeto mutuo y aprendizaje de los hábitos de la vida doméstica, algo que muchos damos por sentado, pero que para Paige ha sido un proceso de iniciación.

«Ahora puedo cuidar de mí misma»

Paige está desarrollando su independencia paso a paso. Y se nota: en la forma en que habla de sus rutinas, sus responsabilidades y, sí, incluso de la limpieza.

«Odio tener que admitirlo —sonríe—, pero ahora se me da mejor limpiar. Ahora sé cuidar de mí misma».

Su pasión por pasear perros ha sido más que un trabajo: es un reflejo de su crecimiento personal. Aceptando a los perros más rebeldes, ha desarrollado sus propias técnicas, pacientes e intuitivas. Y del mismo modo que crea confianza en los animales nerviosos, ha aprendido, con la ayuda de Deborah, a generar confianza en sí misma.

«Definitivamente, estar aquí me ha ayudado a prepararme para la edad adulta —reflexiona—. Es difícil madurar cuando vienes de ciertas situaciones. Pero es bueno tener ese apoyo ahí».

Y añade, con una sonrisa tímida:

«Deborah da buenos consejos… que a veces acepto».

«Me gustaría encontrar mi propio sitio algún día»

Paige no se apresura a afrontar el futuro. Se toma su tiempo, planifica con cuidado y se aferra al presente. Lleva casi un año con Deborah y tiene intención de quedarse dos. Es un plazo que le da espacio para aprender, tomar aliento y sentar las bases.

«Me gustaría tener mi propia casa algún día —dice, pensativa—. Pero no creo que hubiera podido hacerlo sin la ayuda de Deborah en primer lugar».

Por qué son importantes los alojamientos asistidos

La historia de Paige es una de miles. Sólo el año pasado, más de 118.000 jóvenes se pusieron en contacto con las autoridades locales porque corrían el riesgo de quedarse sin hogar. La desintegración familiar -como la de Paige- es una de las causas más comunes. Y aunque los albergues de emergencia son un salvavidas, no son una solución.

Supported Lodgings ofrece algo diferente. Algo duradero.

Es un puente entre la crisis y la independencia. Un lugar donde los jóvenes pueden curarse, aprender y empezar de nuevo, con alguien caminando a su lado.

«Ella está saliendo adelante, y es hermoso verlo»

Deborah vive de cerca el proceso de Paige. La creatividad, el coraje, los cambios silenciosos. Desde aprender a lavar la ropa hasta cuidar de perros difíciles, Paige da cada paso con más confianza.

«Sigue adelante con su vida —dice Deborah—. Y es hermoso verlo».

Paige sigue dibujando en su tiempo libre, transformando momentos ordinarios en algo significativo, algo propio. En eso consiste Supported Lodgings. Dar a los jóvenes las herramientas -y el tiempo- para construir su propia visión del hogar.

Vea el breve vídeo de Deborah sobre cómo el alojamiento no sólo ha cambiado vidas, sino que ha transformado la suya propia:

Transcripción del video:

Cómo un anfitrión puede marcar la diferencia: la historia de Deborah

Los alojamientos asistidos te dan la oportunidad de entablar una relación y acompañar a un joven en su camino, y es un verdadero privilegio formar parte de ello.

Así que, sí, me pareció una gran idea, y yo estaba en una situación en la que unos ingresos adicionales eran muy útiles. Tengo una habitación libre y quería que alguien la ocupara, así que me pareció una forma de hacerlo y también de ayudar.

Fuente: https://www.depaul.org.uk/