“A todo el que da fruto lo poda”
Hech 15, 1-6; Sal 121; Jn 15, 1-8.
Esta parábola que utiliza Jesús sobre la vid y el sarmiento no es solo porque quiera evocar escenas del campo, con un interés meramente bucólico. Es una manera que utiliza Jesús para llamar la atención a sus seguidores. Mientras que en el Antiguo Testamento los judíos no dieron fruto, Jesús anima ahora a los suyos a seguir adelante buscando dar verdaderos frutos.
Hablar del sarmiento podado, separado de la planta, ya sugiere lo que va a pasar con él: será desechado, arrancado y tirado al fuego. Mientras que la vid tiene Esperanza, tiene vida, tiene savia y podrá dar fruto en abundancia.
Si cada uno de nosotros está unido a la vid, es decir a Jesús, puede ser fecundo de dos maneras: De manera afectiva por lo que siente en su corazón ante las palabras y enseñanzas de Jesús, y de manera efectiva, cuando se muestra en la vida los frutos que uno es capaz de dar por lo que conoce de Jesús.
En resumen, si no permanecemos en Jesús por medio de su Palabra y sus obras, entonces seremos como el sarmiento que no da fruto.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Irving Gabriel Amaro R. C.M.
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