«Sólo necesitaba a alguien a su lado»: Samalie Musisi habla de la ayuda prestada a Susan, una joven que utiliza los servicios de alojamiento asistido de Depaul UK
Cuando conocí a Susan era callada, retraída y comprensiblemente reservada. A sus 18 años se enfrentaba a una gran pérdida: lloraba la reciente muerte de sus padres e intentaba superar el fracaso universitario. Sobre el papel, se nos dijo que estaba «en riesgo de quedarse sin hogar», pero déjenme decirles que esa clasificación no refleja toda la historia. Detrás de esa condición había una joven que había perdido el rumbo y trataba de averiguar qué le esperaba. No se trataba sólo de tener un techo, sino de recuperar la confianza, de reconstruirse a sí misma. Lo que Susan necesitaba más que nada en ese momento era alguien a su lado que la apoyara y creyera que podía volver al buen camino, y para eso estaba yo.
Me llamo Samalie y soy coordinadora de Supported Lodgings [Alojamientos Asistidos] en Depaul UK, donde trabajo estrechamente con jóvenes de entre 16 y 25 años que corren el riesgo de quedarse sin hogar, a menudo debido a la desintegración familiar, el duelo o la falta de un entorno estable y de apoyo. Pongo a los jóvenes en contacto con anfitriones de la comunidad y trabajamos juntos para que recuperen la confianza en sí mismos, desarrollen habilidades para la vida y les guío hacia la independencia a su propio ritmo.
Los jóvenes como Susan a menudo caen en el olvido: son demasiado vulnerables para vivir de forma independiente, pero necesitan una presencia afectuosa y constante y un espacio que les haga sentirse como en casa.
Supported Lodgings no es un planteamiento uniforme: se trata de ver a la persona en su totalidad y responder con atención, flexibilidad y empatía.
Cuando asigné a Susan la acogida de Joanne, que había trabajado como cuidadora de acogida durante años, supe que podía ser el principio de algo estable. Joanne no intenta asumir el control, no intenta hacer de madre, pero tiene un increíble equilibrio entre amabilidad y firmeza. Justo lo que Susan necesitaba.
Desde el primer día, Joanne y yo trabajamos codo con codo para apoyar a Susan de una forma que pareciera sólida y permanente. Joanne ofrecía el hogar seguro y estable que Susan necesitaba, un lugar donde por fin podía respirar. Yo me centré en animarla en el día a día: ayudándola a recuperar la confianza en sí misma, guiándola en los pasos necesarios para empezar el curso y recordándole que un futuro diferente era posible.
Al principio, Susan no se involucraba demasiado. No estudiaba ni trabajaba. Tenía poca confianza en sí misma y dudaba de su capacidad para avanzar. Pero enseguida vimos su potencial. Es resiliente por naturaleza: siempre educada, siempre con una sonrisa, incluso en los días difíciles. Le dimos espacio, pero fuimos constantes. Siempre estábamos ahí.
Con el tiempo, empezamos a ver cambios. Joanne se sentaba con ella y le enseñaba a cocinar, a planificar las comidas y a presupuestar. Yo la ayudaba a fijarse objetivos y le hablaba de las distintas opciones para la universidad. Poco a poco, Susan empezó a creer que tal vez, sólo tal vez, podría volver a intentarlo.
Nunca olvidaré el día que se matriculó en un curso de hostelería. Estaba tan nerviosa por la prueba de acceso que estuvo a punto de no presentarse. Esa mañana la llamé y le dije: «Tú puedes. Sólo tienes que ir; estaremos orgullosas pase lo que pase». Cruzó la puerta y ese día se convirtió en el punto de inflexión.
Durante el año siguiente, Joanne y yo vimos cómo Susan volvía a la vida. Empezó a hacer amigos. Empezó a hacer planes para el futuro. Venía a las reuniones emocionada a contarme lo que había aprendido en clase. Joanne y yo trabajamos en equipo para asegurarnos de que seguía por el buen camino, pero Susan hizo el trabajo duro. Se lo curró.
Y ahora, que acaba de terminar la universidad, está buscando trabajo. Espera encontrar algo en el sector de la hostelería: le encanta trabajar con la gente. Ahora está en un lugar muy diferente. Tiene confianza en sí misma, está motivada y llena de esperanza. Sinceramente, es una de las transformaciones más gratificantes que he visto en mi trabajo.
«Nos cambia la vida a todos».
Los alojamientos asistidos son un salvavidas para los jóvenes en riesgo de quedarse sin hogar, pero no están exentos de dificultades. El núcleo del modelo es una relación cuidadosamente construida entre un joven y su anfitrión, que no sólo le ofrece una habitación, sino también apoyo emocional, organización y seguridad. Pero encontrar y mantener anfitriones es una lucha constante. La crisis del coste de la vida, la falta de concienciación pública y los limitados incentivos financieros dificultan la captación de nuevos anfitriones, aunque aumente la demanda de plazas.
Los jóvenes que acuden a nuestro servicio suelen tener necesidades complejas: experiencias traumáticas, educación interrumpida o estancias en centros de acogida o alojamientos temporales. Equilibrar esas necesidades con un entorno familiar seguro y estable requiere apoyo, supervisión y flexibilidad constantes. El equipo de Depaul Reino Unido trabaja incansablemente para proporcionar una atención integral, pero nos enfrentamos a retos como presupuestos ajustados, capacidad del personal y falta de opciones adecuadas de reubicación una vez que finalizan los acogimientos.
Cuando pienso en mis inicios en la ayuda a los jóvenes con problemas de alojamiento, recuerdo que solíamos alojarlos directamente en sus propios pisos. Sí, era más barato, pero sinceramente, era mucho para un joven de 18 años. Imagínate: «Aquí tienes tu piso. Estás solo». Sin preparación. Sin apoyo. Esa es la diferencia con Supported Lodgings. Nos aseguramos de que los jóvenes no estén solos al principio. Practican poco a poco lo que es gestionar su propio espacio. Aprenden a administrar un presupuesto y a asumir responsabilidades cotidianas, como cocinar, lavar la ropa, etc., cosas que muchos de ellos nunca han tenido la oportunidad de hacer antes. Es sorprendente, pero es la realidad.
Antes incluso de que un joven se mude con su anfitrión, nos aseguramos de que éste conozca si no ha cocinado anteriormente o si necesita ayuda especial con el presupuesto. De este modo, cuando estén listos para vivir en su propia casa, ya habrán adquirido las habilidades esenciales. Se trata de fomentar la confianza, y nuestros anfitriones desempeñan un papel muy importante. No se limitan a ofrecer un techo, sino que enseñan a los jóvenes a desenvolverse en la vida y les prestan apoyo continuo, ya sea para encontrar un curso o simplemente para escucharles.
A Susan aún le queda camino por recorrer. El mercado laboral no es fácil. Pero ahora se vale por sí misma, con esa confianza en sí misma que no se enseña, sino que se gana. Y no puedo estar más orgullosa de ella.
Los alojamientos asistidos tienen el poder de cambiar la vida, no sólo del joven, sino de la comunidad que le rodea. Con el apoyo adecuado, un hogar seguro y una relación estable, un joven puede recuperar la confianza en sí mismo, seguir estudiando o trabajando y dar pasos hacia la autonomía. Se trata de un modelo sencillo con un profundo impacto y, con más inversión y concienciación, podría cambiar aún más vidas.
Vea el breve vídeo de Joanne en el que reflexiona sobre lo que supone abrir tu casa a un joven:
Creo que ella tiene a alguien con quien hablar, alguien a quien dar… bueno, un poco de consejo.
Probablemente se siente un poco más protegida.
Seguramente no ha tenido a otros adultos cerca, así que se siente un poco más segura, protegida.
Y alguien que le da consejos y ayudándola a seguir adelante, porque esta vida que llevamos no es fácil.
Podría compararse con un laberinto, yo tengo 60 años y siento que no es fácil, así que puedo imaginar que para una persona joven no debe serlo tampoco.
Tener un adulto y una dirección… eso es, eso es útil para una persona joven.
Por Samalie Musisi, Coordinadora de Supported Lodgings, Depaul Reino Unido
Fuente: https://www.depaul.org.uk/blog/
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