“… así los he amado yo; permanezcan en mi amor”
Hech 1, 15-17. 20-26; Sal 112; Jn 15, 9-17.
Otra característica del guía, del responsable, del buen pastor, es el amor, el dar la vida por el otro. El pastor da la vida por sus ovejas. Permanecer en el amor de Dios es amarle; y una forma de amarle es guardar sus mandamientos. Ese sentimiento también produce alegría y de manera plena. El amor de Dios se vuelve como primer mandamiento.
El pastor tiene un amor tan grande que da la vida por sus ovejas y cada vez que está con ellas les manifiesta su amor, su cuidado y su cercanía. Esta expresión de amor se hace profunda y cercana, de tal manera que no nos llama siervos sino amigos. Este sentimiento nos adentra a una vida interior y nos lleva a la comunión con Dios la cual, a su vez, nos lleva a la comunión con el prójimo.
Desafortunadamente el corazón de los seres humanos en ocasiones sólo está pendiente de lo inmediato y placentero. A ejemplo del Buen pastor nuestro amor debe dar lugar a la generosidad para que se manifiesten sentimientos profundos que reflejen la alegría del amor.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Irving Gabriel Amaro R. C.M.
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