Contemplación: Aquel que nos elige

por | May 10, 2025 | Formación, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 Comentarios

Este artículo apareció originalmente en ssvpusa.org

«No fuisteis vosotros quienes me elegisteis a mí —dice Jesús—, sino que fui yo quien os elegí a vosotros» [Juan 15,16], para recordarnos lo esencial tanto de su misión como de la nuestra. No fuimos nosotros quienes escogimos a Cristo, sino que fue Dios quien eligió revestirse de humanidad e ir a los pobres -a nosotros- mucho antes de que el Beato Federico y sus amigos tomaran la misma decisión en la primavera de 1833. En efecto, fue y es expresamente imitando a Cristo que visitamos a los pobres.

Cada vez que suena el teléfono de ayuda de la Conferencia, trayendo consigo el grito de socorro de un prójimo necesitado, nos recuerda que el Cristo cuyo sufrimiento estamos llamados a ver en ese prójimo nos elige una vez más. Acudimos al prójimo sólo por amor, pero todas y cada una de las veces no somos nosotros quienes les elegimos a ellos, sino ellos quienes nos eligen a nosotros.

San Vicente reflexionaba a menudo que ninguna de las grandes obras por las que le recordamos fueron obra suya. La familia pobre y enferma de Châtillon que le inspiró la famosa idea de formar la primera Cofradía de la Caridad, explicaba, era «evidentemente obra de Dios; porque ¿fueron los hombres los que hicieron enfermar a aquellas personas?» [SVP ES IX-1, p. 233]. Como siempre, Vicente buscó discernir la voluntad de Dios en las personas y acontecimientos de su vida, y si se encontró inspirado por aquella pobre familia de campesinos, fue sólo porque Dios los eligió para hablar a su corazón.

¡Qué agradecidos deberíamos estar de que Dios no sólo nos haya llamado a esta vocación, sino de que, una y otra vez, nos elija a nosotros para que acudamos a Él! Esta conciencia de nuestro lugar en el amoroso plan de Dios debería impregnar todo lo que hacemos y todo lo que decimos. Los informes sobre nuestras obras nunca se ofrecen para nuestra propia gloria, sino sólo para alabar a Dios, que nos elige como sus humildes instrumentos.

En su propio informe sobre los trabajos de la Sociedad en su primer año, Federico pedía que «tomemos juntos la determinación firme de no dejar el puesto en que hemos sido reunidos por Dios. Sigamos practicando la caridad sin ruido. Pues la caridad es tanto más bella cuanto más escondida» [Informe sobre las actividades de la Sociedad de San Vicente de Paúl, desde los orígenes, de 27 de junio de 1834].

Dios nos llama a hacer el bien no para nuestra propia honra, sino sólo por Su amor. Cuando invitamos a otros a servir con nosotros, buscamos compartir Su amor. Cuando pedimos a otros que hagan donativos a la Sociedad, no es para nuestro bien, sino para el de los pobres a los que servimos. Cuando buscamos actuar como voz de los sin voz, no es debido a nuestras habilidades especiales, sino sólo a nuestro conocimiento especial de los amigos, de los prójimos, del Dios que nos ha llamado a esta vocación.

No somos una sociedad secreta, sino que estamos llamados a ser una Sociedad humilde, recordando siempre que nuestras obras son para la gloria de Dios, el servicio a Dios y el amor a Dios.

Contemplar

¿Agradezco a Dios su llamada cada vez que me invita a servirle?

Por Timothy Williams
Director Senior de Formación y Desarrollo de Liderazgo
Sociedad de San Vicente de Paúl USA.

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