“Nadie puede venir a mí, si mi Padre no lo atrae”
Hech 8, 26-40; Sal 65; Jn 6, 44-51.
Hay una confusión con los judíos porque Jesús ha dicho que es “el pan bajado del cielo”. Ellos conocen a su familia, saben de donde viene, por lo que están extrañados de semejantes palabras. No importando su extrañeza y su incredulidad, Jesús está seguro de la tarea que el Padre le ha encomendado y es consciente de lo que está pasando con ellos; por eso continúa con la tarea encomendada.
Por su parte, Jesús quiere dar esperanza a sus discípulos y seguirles preparando para cuando él no esté con ellos; trata de darles a conocer al Padre que lo ha enviado; el mismo que ayuda a atraerlos para que puedan seguir a Jesús. Y seguir a Jesús es seguir al Padre; ese Padre al que Jesús procura ser fiel y del cual toma la vida para entregárnosla.
Cada vez más Jesús quiere que vayamos profundizando en nuestra fe. Sigamos al Padre y el proyecto que nos propone.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Irving Gabriel Amaro R. C.M.
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