En la mañana del 7 de mayo de 2025, bajo la majestuosa cúpula de la basílica de San Pedro, el cardenal Giovanni Battista Re pronunció la homilía de la Misa pro eligendo Pontifice, la celebración que precede al inicio del cónclave. Reunidos en oración, los 133 cardenales electores se desponían para uno de los momentos más sagrados y trascendentales de la vida de la Iglesia: la elección del sucesor del papa Francisco. En su homilía, el cardenal Re no ofreció solo una meditación litúrgica, sino un llamado espiritual y moral. Desde la perspectiva del carisma vicenciano—centrado en el amor de Cristo hecho servicio a los pobres—podemos descubrir una profunda sintonía entre las necesidades actuales de la Iglesia y la herencia de san Vicente de Paúl.
1. Unidad orante bajo la mirada de María
El cardenal comenzó evocando a la primera comunidad cristiana reunida en oración junto a María, en el Cenáculo (Hechos 1,14). Hoy, la Iglesia revive esa misma actitud de espera y súplica.
San Vicente insistía en que toda acción debe estar precedida por la oración. Antes de actuar, hay que escuchar. Esta actitud de discernimiento es clave también para el momento actual de la Iglesia, cuando está llamada a elegir a su próximo pastor.
2. Invocar al Espíritu en tiempos complejos
El cardenal Re subrayó que la única actitud justa ante una decisión tan decisiva es la invocación humilde del Espíritu Santo. No se trata de una elección política, sino de un acto de discernimiento espiritual.
En medio de realidades sociales complejas, san Vicente enseñó a discernir desde el clamor de los pobres. Hoy, la Iglesia afronta desafíos como la migración, la crisis ecológica y la indiferencia religiosa. Solo el Espíritu puede orientar en estas tinieblas.
3. El mandamiento del amor
Re recordó las palabras de Jesús en la Última Cena: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 15,12–13). El amor—ilimitado y sacrificado—es la medida de toda santidad y liderazgo cristiano.
Para san Vicente, el amor no era sentimentalismo, sino servicio concreto. Dar la vida por los amigos significa comprometerse con los más vulnerables. El nuevo papa debe encarnar ese amor que se hace cercanía y acción.
4. Fraternidad y civilización del amor
La homilía cita a Pablo VI para hablar de la necesidad de construir una “civilización del amor”, que no es solo evitar el mal, sino comprometerse activamente con el bien.
Esto es profundamente vicenciano. La civilización del amor se construye con pan para los hambrientos, justicia para los explotados y comunidad para los excluidos. Es lavar los pies, incluso los de Judas, como hizo Cristo.
5. El amor como señal de un verdadero pastor
El cardenal recordó que el distintivo de todo pastor es el amor que se entrega, incluso hasta el sacrificio total. Es un llamado al pastoreo tierno y compasivo.
La autoridad, para san Vicente, se ejerce desde la proximidad. El nuevo papa debe ser un pastor que huele a oveja, que escucha y acompaña, no desde el poder, sino desde la entrega silenciosa.
6. La comunión eclesial y el rol del Papa
Re insistió en que la tarea esencial del Papa es construir comunión: con los obispos, entre los pueblos, entre culturas diversas. Es una comunión misionera y abierta.
La comunión, en el espíritu de san Vicente, es servicio compartido. La Iglesia debe ser “casa y escuela de comunión”, donde la misión con los pobres une más allá de las diferencias.
7. Unidad sin uniformidad
La unidad no implica uniformidad, sino una comunión profunda desde el Evangelio, que acoge y celebra la diversidad.
La Familia Vicenciana es un mosaico global de vocaciones, culturas y edades. La unidad viene del Evangelio vivido con los pobres. El nuevo papa deberá valorar esta riqueza sin intentar uniformarla.
8. El papado como continuidad de Pedro
El cardenal Re recordó que la elección del papa es la actualización del ministerio de Pedro. No es una simple sucesión, sino una reaparición del «pescador de Galilea».
San Vicente fue profundamente eclesial. Pero su fidelidad se expresó siempre en el servicio a los pobres. El nuevo Pedro debe sostener la barca de la Iglesia y, a la vez, remar hacia las periferias.
9. La gravedad de la elección
Con citas del Tríptico Romano y de Dante, Re evocó el peso espiritual de la elección papal. Es una decisión ante Dios y ante la historia.
San Vicente recordaba que las decisiones tomadas en los despachos repercuten en las calles. Elegir al papa es también decidir el rumbo del amor, la justicia y la esperanza para millones.
10. Un papa que despierte las conciencias
El cardenal concluyó pidiendo un papa capaz de despertar la conciencia de la humanidad, dormida entre avances tecnológicos y vacío espiritual.
El carisma vicenciano es, por naturaleza, despertador de conciencias. Ver a Cristo en el pobre implica denunciar estructuras injustas y crear respuestas audaces. El papa debe ser un profeta, una voz que sacuda, consuele y movilice.
Un umbral histórico desde el espíritu vicenciano
Los cardenales han cruzado el umbral de la Capilla Sixtina. Todo el mundo observa, pero lo esencial es invisible: el clamor por un pastor que conduzca, escuche y sirva. El próximo papa no solo deberá sostener la fe; deberá hacer creíble el Evangelio en un mundo fragmentado.
Desde el espíritu de san Vicente de Paúl, este no es tiempo para conservar, sino para renovar; no es tiempo para cerrarse, sino para salir. El sucesor de Francisco necesita una libertad interior radical, capaz de cargar con las esperanzas y heridas de la humanidad.
Que el Espíritu de Cristo—el que vino a evangelizar a los pobres—elija un corazón capaz de guiar a la Iglesia hacia una nueva etapa de renovación, misericordia y esperanza.
Recemos, entonces, no por un papa poderoso, sino por uno santo; no por un estratega brillante, sino por un defensor de las personas; no por un gerente, sino por un testigo.
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