«Dios amó tanto al Mundo…»
Hech 2, 14. 22-24. 32-36; Sal 77; Jn 3, 13-17.
En los versículos anteriores al evangelio de hoy Jesús está dialogando con Nicodemo. Jesús intenta hacerlo entrar en razón para que entienda la importancia de renacer en el Espíritu. Uno de los ejemplos que Jesús pone en el texto que escuchamos hoy es el de la serpiente alzada por Moisés en el desierto para significar que Dios curaba y salvaba a su pueblo, librándolo del veneno mortal de las serpientes.
Por su parte, Jesús da a conocer que el amor que Dios tiene al mundo lo lleva al extremo de entregar a su hijo, quien será alzado en la cruz para salvar a los hombres y ofrecerles la salvación. Como en el tiempo de Moisés y como en el tiempo de Jesús, hoy día el Padre sigue preocupado por dar la salvación a la humanidad. No importa el tiempo y el lugar, Dios no deja a un lado la realidad de sus hijos, al contrario, se preocupa por seguirnos dando la vida eterna en todo momento.
Señor, danos la sabiduría necesaria para saber lo que necesitamos para logar la vida eterna, y para ponerlo en práctica.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Irving Gabriel Amaro R. C.M.
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