La Pascua del Señor es un tiempo de renovación, celebración y transformación. Para nosotros, los miembros de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) y de la Familia Vicenciana, es una ocasión propicia no sólo para rememorar la resurrección de Cristo, sino para vivenciar los valores pascuales en nuestras actividades cotidianas. El Tiempo Pascual, a lo largo de cincuenta días, nos ofrece una oportunidad única para profundizar en nuestra espiritualidad y en nuestro compromiso con la caridad. Durante este período, estamos llamados a llevar esperanza, amor y solidaridad a las familias a las que asistimos, reflejando la luz de la resurrección.
En cada Conferencia Vicentina, podemos reflexionar sobre el mensaje de resurrección que nos trae la Pascua. En el Evangelio ( Lucas 24,6-7), leemos: «No está aquí, pero ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo cuando aún estaba en Galilea». Este pasaje nos inspira a llevar la esperanza de la resurrección a todos los que se encuentran en situaciones de desánimo y sufrimiento. Una acción concreta que podemos llevar a cabo es organizar momentos de oración comunitaria, en los que compartamos la palabra de Dios y reavivemos las esperanzas de las familias a las que asistimos, recordándoles que la resurrección es una promesa de vida nueva.
Otra forma de vivir la Pascua es a través de la donación. En otro pasaje bíblico (Hechos 20:35) se dice: «Más bienaventurado es dar que recibir». Por ello, cada Conferencia puede organizar campañas de recogida de alimentos, ropa y artículos de higiene personal, especialmente para familias vulnerables. Al hacerlo, no sólo satisfacemos necesidades materiales, sino que manifestamos la gracia de la resurrección en cada gesto de amor y solidaridad. Cuando entregamos estas ofrendas, podemos meditar sobre la Pascua con las familias, pidiendo a Dios que bendiga a los que reciben y también a los que dan.
Además de donar bienes, otro ejercicio práctico sería organizar encuentros festivos en los que se viva plenamente el espíritu de la Pascua. Por ejemplo, organizar una comida comunitaria en la que las familias atendidas se encuentren en un ambiente de alegría y de convivencia. En el Antiguo Testamento leemos: «¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!» (Salmo 133,1). Estos momentos de comunión contribuyen a reforzar los lazos entre los vicentinos y las personas a las que prestan su asistencia, y permiten difundir el mensaje pascual de amor y fraternidad. Podemos incluso incluir actividades lúdicas sobre el sentido de la Pascua, contribuyendo a la formación espiritual y a la edificación de los asistidos.
Pero conviene subrayar que la Pascua no es sólo eso; también tiene que repercutir en las pequeñas acciones cotidianas. Cuando visitamos a las familias a las que ayudamos, tenemos la oportunidad de llevarles no sólo comida, sino también palabras de aliento y esperanza. Jesús nos exhortó: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5,14). Por eso, al iluminar la vida de nuestros hermanos y hermanas con pequeñas muestras de cariño, gestos de afecto y escucha atenta, estamos reflejando la luz de Cristo resucitado en sus vidas. Estas visitas pueden ir acompañadas de momentos de oración y reflexión, proporcionando un espacio sagrado de contacto con Dios.
Por último, la Pascua nos invita a un compromiso renovado con la justicia social. La Biblia nos recuerda (Isaías 58,6) que el verdadero ayuno consiste en transformar la vida de los vulnerables y romper los ciclos de injusticia. Las Conferencias Vicentinas pueden trabajar en colaboración con otros grupos católicos, instituciones públicas, empresas privadas y movimientos sociales, llevando a cabo campañas de sensibilización sobre los derechos y deberes de las familias a las que ayudan. Al dar mayor protagonismo a las personas necesitadas, les ayudamos a convertirse en agentes eficaces de cambio en sus propias comunidades, fortaleciendo la cultura de la solidaridad.
Así pues, mientras celebramos la Pascua, estamos llamados a vivir los valores de la resurrección en nuestras vidas personales y comunitarias. Que cada miembro de la SSVP y de la Familia Vicenciana, durante este Tiempo Pascual, reavive su compromiso con el amor y el servicio, llevando a todos el mensaje transformador de Cristo resucitado. Que podamos ser instrumentos eficaces de paz, esperanza y solidaridad cada día, asegurando que la luz de la Pascua brille intensamente en las vidas de las familias a las que servimos. Amén.
El consocio Renato Lima de Oliveira fue el 16º Presidente General Internacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl (de 2016 a 2023).
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