“No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”
Hech 2, 14. 22-33; Sal 15; Mt 28, 8-15.
Jesús nos habla de no tener miedo. Él mismo ha vencido al miedo, lo ha vencido con una vida enraizada en el amor, así le ha quitado su aguijón a la muerte, a la violencia, a la traición. El miedo y la decepción hicieron correr a los discípulos cuando las cosas se pusieron graves. Ahora Jesús los convoca nuevamente y los llama “hermanos”; no entra en la dinámica del bueno y el malo, del premio y el castigo, antes bien, continua en la dinámica del amor, por eso es real y profunda su llamada. En adelante podremos llamarle Hermano mayor, porque nos ha dado ejemplo de cómo se afronta el miedo, cómo se discierne y cumple la voluntad de Dios, cómo se perdona la traición o el abandono, y un largo etcétera.
Jesús vuelve a convocar a los discípulos; quizá a ti y a mí que hace tiempo nos apartamos si no por miedo, tal vez por evitar problemas mayores, por aburrimiento, por rencillas con alguien de la comunidad, incluso por una actitud dura del sacerdote…
Nos vuelve a llamar como a hermanos. Nos llama el Dueño no el asalariado.
Busquemos ser generosos para responderle.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Emmanuel Velázquez Mireles C.M.
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