En el corazón de la Segunda Convocatoria de la Familia Vicenciana, celebrada en Roma del 14 al 17 de noviembre de 2024, se presentó un emotivo recorrido visual titulado Rostros de la Caridad. El vídeo, que recoge las historias de once iniciativas diferentes en todo el mundo, ofrece un testimonio conmovedor de la vitalidad y la diversidad del carisma vicenciano en acción hoy en día.

Lo que unía estas historias, narradas en lenguas locales desde Bélgica hasta Brasil, desde Indonesia hasta Estados Unidos, era una única pregunta que se hacía eco del espíritu de San Vicente de Paúl: ¿Qué más podemos hacer por quienes viven en la pobreza? Desde simples actos de hospitalidad hacia el prójimo hasta estructuras a largo plazo para la educación y la abogacía, cada proyecto respondía con su propia fidelidad creativa.

En Bélgica, cinco Hijas de la Caridad, con una edad media de 88 años, reflexionaron sobre cómo transformaron sus últimos años en un ministerio de presencia. Ofreciendo comida a las personas que llamaban a su puerta, acogiendo a los vecinos en su jardín y dando la bienvenida a hermanas más jóvenes a la vida comunitaria, revelaron que nunca es demasiado tarde para amar.

En Italia, la vibrante comunidad de La Charité di Santa Luisa, en Turín, se convirtió en un refugio para personas sin hogar, ofreciéndoles desayuno, compañía y un sentido de pertenencia. Los voluntarios hablan de este espacio como una orquesta en la que todas las voces importan, un lugar donde la amistad, la oración y el servicio se unen en armonía.

Otras historias pusieron de relieve la solidaridad global entre culturas: en Alemania, Perú y Ghana, un proyecto de danza utilizó el baile para conectar a jóvenes de distintos continentes. En Mbinga, Tanzania, las hermanas dirigen un centro vocacional donde las niñas se empoderan a través de la música, la costura y la tecnología. Y en Indonesia, un hogar para niñas abandonadas por sus familias no solo les brinda seguridad, sino también autoestima y sensibilización medioambiental.

La red latinoamericana FAVILA destaca como ejemplo regional de unidad en la diversidad. Presente en 23 países, fomenta las cofradías, comunidades laicas vicentinas profundamente arraigadas en la Escritura, la sinodalidad y el servicio. Es un movimiento construido sobre la alegría, la esperanza y la voz profética de los pobres.

En Brasil, un ministerio pastoral ofrece misas en la carretera para camioneros, convirtiendo las gasolineras en espacios sagrados. Mientras tanto, en Panamá, jóvenes vicentinos pintan murales de esperanza, proclamando que «la vida no es solo blanco y negro, sino de muchos colores».

Desde Estados Unidos se recibieron historias de apoyo a los migrantes y transformación de viviendas. En Maryland, Amigos Vicentinos en la Periferia caminan junto a familias inmigrantes necesitadas, haciéndose eco del mandato evangélico de acoger al extranjero. Y en Pittsburgh, Sisters’ Place ofrece alojamiento temporal a madres que salen de la indigencia, devolviendo la dignidad a una familia tras otra.

Por último, a nivel mundial, la Familia Vicenciana en las Naciones Unidas aboga por un cambio sistémico, amplificando la voz de los pobres ante los poderosos. Su presencia garantiza que la caridad y la justicia vayan de la mano.

Rostros de la Caridad les recordó a los participantes de la reunión que la Familia Vicenciana no es solo una red global, es un cuerpo vivo lleno de esperanza. En cada uno de estos rostros, vemos una chispa del fuego que San Vicente encendió hace siglos, que aún arde, aún se moviliza, aún transforma vidas.

Además del vídeo, incluimos a continuación varios enlaces al guión completo de Rostros de la Caridad, traducido a varios idiomas. Estos textos ofrecen un valioso recurso para la oración, la formación y un compromiso más profundo en las comunidades vicencianas de todo el mundo.

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