Conocer el amor tal como nos lo muestra Jesús
Jesús en la cruz nos da a conocer el amor más grande que se puede conocer. Tal amor nos hace vivir y nos eleva.
Por supuesto, María Magdalena no puede sino conocer el amor de Jesús. Pues ella le devuelve el amor por amor. Y prueba de esto es que va ella al sepulcro de él al amanecer. También, se queda fuera, junto al sepulcro, y llora. Al reconocer a Jesús, se aferra a él.
Pedro y el otro discípulo logran conocer también el amor del Maestro. De hecho, se dice no más del discípulo anónimo que él es el que al cual ama Jesús. Y Pedro y el otro discípulo devuelve amor por amor. Corren, pues, para ir a sepulcro, que los alarma lo que les ha dicho María.
Con todo, parece que el conocer el amor por parte de María, Pedro y el otro discípulo no es suficiente. Ni devuelven amor por amor de modo debido. Es que, por una parte, no le escuchan con atención. O no entienden lo que él les dice, y les da miedo preguntar (véase también Lc 9, 45). Quizás no quieren admitir que no comprenden.
De todos modos, la falta de atención o comprensión los lleva a no esperarse la resurrección de Jesús. Por lo tanto, quiere ver María al muerto Maestro; le busca como cadáver. Lo mismo hacen Pedro y el discípulo al que ama Jesús. No captan aún que al morir él, se nos da la prueba más grande del amor que se puede dar. Es decir, no llegan aún a conocer el amor como la muerte, como la abnegación total.
Y nos es esencial conocer el amor tal como nos lo muestra Jesús (véase san Agustín). Pues tal amor no más lleva a la verdadera y nueva vida. Al gozo verdadero, a la autorrealización plena. No más si se ama así habrá un mundo más justo, solidario y digno de los humanos.
Señor Jesús, el discípulo al que amas ha de ser cada uno de nosotros. Concédenos, por lo tanto, ver y creer. Y conocer el amor tal como nos lo muestras y aclamar tu cruz como la sola esperanza. Ayúdanos a pasar de la vieja, oscura, egoísta vida a la nueva y luciente vida de entrega, de hacer el bien. Déjanos a los que comemos tu cuerpo y bebemos tu sangre saborear acá en la tierra los gozos de allá arriba. Danos captar que seguirte abnegados en servir a los pobres quiere decir ganar el gozo eterno (SV.ES III:359).
20 Abril 2025
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
Hch 10, 34a. 37-43; Col 3, 1-4/1 Cor 5, 6b-8; Jn 20, 1-9
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