Hacernos buenos amigos • Una reflexión semanal con Ozanam
En cierto sentido, el fin que nos proponíamos en París no es absolutamente el mismo que se proponen ustedes en provincia, creo. En París somos aves de paso, alejados por algún tiempo del nido paterno y sobre las que la incredulidad, ese buitre del pensamiento, planea buscando su presa. Somos pobres inteligencias jóvenes, nutridas en el seno del catolicismo y diseminadas en medio de una multitud impía y sensual; somos hijos de madres cristianas que llegamos uno por uno a recinto extraño, donde la irreligión trata de atraerse nuestra perdición; pues bien, se trata ante todo de que esas débiles aves de paso se reúnan bajo un abrigo protector, que esas jóvenes inteligencias encuentren un lazo de unión en el tiempo de su destierro, que esas madres cristianas derramen menos lágrimas y que sus hijos vuelvan a ellas como ellas los enviaron. Era, pues, importante crear una asociación de animación mutua para los jóvenes católicos, donde se encontrara amistad, sostén, ejemplos; donde se encontrara, por decirlo así, un simulacro de la familia religiosa en la cual habían sido criados; donde los más antiguos acogiesen a los nuevos peregrinos provincianos, dándoles algo así como hospitalidad moral. Ahora bien: el vínculo más fuerte, el principio de la amistad verdadera, es la caridad, y la caridad no puede existir en el corazón de muchos sin derramarse al exterior; es un fuego que se apaga si le falta el alimento, y el alimento de la caridad son las buenas obras. Nuestra reunión ha sido fundada, ante todo, por nuestro interés y, si visitamos las viviendas de los pobres, es menos por ellos que por nosotros, es para hacernos mejores y más amigos.
Federico Ozanam, carta a Léonce Courier, del 4 de noviembre de 1834.
Reflexión:
- En Nîmes, Léonce Courier acababa de fundar una Conferencia de Caridad cuando Federico le escribe esta carta, a ejemplo de la que Ozanam y otros seis compañeros fundaran en París el 23 de abril de 1813. Nuevamente, Federico rememora esta fecha y los objetivos que les movió a crearla. Vemos en este texto una hermosa descripción de cuáles fueron las motivaciones que impulsaron a estos jóvenes a crear la conferencia de caridad, que fue el germen de lo que hoy conocemos como Sociedad de San Vicente de Paúl. En una sociedad descreída e incluso beligerante con los cristianos, los jóvenes universitarios necesitaban una asociación en donde encontrarse, apoyarse mutuamente y animarse a crecer en la fe y en la caridad.
- Hay un punto importante en este texto en el que merece la pena detenerse: «visitamos las viviendas de los pobres… para hacernos mejores y más amigos». Todos los vicencianos tenemos claro nuestra llamada al servicio de los necesitados, pero quizás pocas veces nos detenemos en estos dos aspectos que son igualmente importantes:
- «Para hacernos mejores», esto es, para crecer como cristianos y seguir a Jesucristo servidor. Ya san Vicente de Paúl, en las Reglas Comunes dadas a los misioneros paúles, dice en el primer párrafo que «el fin de la Congregación de la Misión consiste: 1º En procurar la propia perfección, esforzándose por imitar las virtudes que este Soberano Maestro se dignó enseñarnos con sus palabras y ejemplos. 2º En evangelizar a los pobres, especialmente a los del campo. 3º En ayudar a los eclesiásticos a conseguir la ciencia y las virtudes necesarias a su estado». Esto, que el señor Vicente propuso a la Congregación de la Misión, es igualmente válido —al menos en sus dos primeros puntos— para cualquier persona que quiera vivir en plenitud el carisma vicenciano, sin importar su estado, religioso o seglar. La propia santificación y la evangelización (que, no lo olvidemos, en san Vicente está tan íntimamente ligada al servicio que ambos aspectos son las dos caras de una misma moneda) son el núcleo programático para cualquiera que quiera seguir a Jesucristo en las huellas de Vicente de Paúl.
- «Para hacernos más amigos». Federico lo deja muy claro: «el vínculo más fuerte, el principio de la amistad verdadera, es la caridad, y la caridad no puede existir […] sin derramarse al exterior». La Sociedad de San Vicente de Paúl es, por lo tanto, una asociación de hermanos que viven con profunda intensidad la amistad y la fraternidad cristiana. Lo mismo podríamos decir de cualquier otra rama de la Familia Vicenciana. Al menos… eso deberíamos vivir.
- Haríamos bien los seguidores de san Vicente de Paúl en revisar cómo son nuestras relaciones con nuestros hermanos que se nutren del mismo carisma. El vivir la fraternidad y la amistad entre nosotros no es, en absoluto, un tema secundario, sino que está en el núcleo de nuestro carisma. Si no somos caritativos entre nosotros, ¿cómo seremos capaces de ser caritativos con el pobre? Si no vivimos fraternalmente, ¿cómo podremos creer en la fraternidad con los necesitados? Si no buscamos nuestros crecimiento en la fe según la experiencia de Vicente, ¿qué seremos capaces de compartir con aquellos que se acerquen a nosotros?
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Me preocupo de mi propia santificación? ¿Cómo lo hago?
- ¿Nos preocupamos en nuestras comunidades vicencianas en vivir como auténticos amigos?
- La primera conferencia de caridad nació con el deseo de acoger fraternalmente a los estudiantes cristianos que llegaban a París desde las provincias. ¿Cómo es la acogida en mi grupo vicenciano? ¿Nos preocupamos de acercarnos a aquellos creyentes que pueden necesitar un lugar adecuado para vivir la fe? ¿Les recibimos con amistad, somos hospitalarios?
Javier F. Chento
@javierchento
JavierChento
Etiquetas: Federico Ozanam, Textos de Antonio Federico Ozanam
Excelente nos ayuda a recordar que siempre estamos para acoger al otro y servirlo a ser mejores amigos y a tender lazos de fraternidad