“Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz”
Sab 2, 1. 12-22; Sal 33; Jn 7, 1-2. 10. 25-30.
Este tiempo de Cuaresma es fecundo para avivar nuestra fe en Jesucristo Resucitado. Él es Señor de la historia, vencedor de la muerte. Si bien es cierto que cuando recitamos el Credo lo reconocemos como tal, también es verdad que sabemos domesticar las palabras y, de repetirlas tantas veces, terminan muy gastadas en su significado. Por eso el mejor medio para avivar el encuentro con Él es de cara al evangelio. Hay que leerlo, meditarlo, hacerle preguntas, dejar que nos cuestione, responderle, respondernos.
Hoy emergen muchas figuras que prometen casi todo para ser felices; la tecnología avanza a pasos agigantados ofreciendo respuestas incluso a preguntas que no nos habíamos planteado. Por otro lado, nos asedia una constante incertidumbre sobre problemas de seguridad, economía y estabilidad en general en nuestra sociedad. La vida tiene algo para hacer todos los días, a diario hay movimiento. También sucede así con nuestra fe en Cristo; quizá lo que respondimos ayer, hoy tenga menos relevancia. Hay que volver al evangelio para dejarnos seducir por la persona y la ternura de Jesús, que es el Revelador pleno de su Padre Dios.Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Emmanuel Velázquez Mireles C.M.
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