Evangelio y Vida para el 26 de marzo de 2025
“No he venido a abolir la Ley y los Profetas”
Dt 4, 1. 5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19.
La Ley y los Profetas es la manera coloquial en que el pueblo de Israel llamaba a la Biblia. Esto porque eran las dos grandes partes en que los judíos dividían la Sagrada Escritura.
El gran problema que enfrenta Jesús es que el tesoro de la Palabra de Dios había sido reducido a una lista interminable de prácticas de pureza y de ritualidad, que al final de cuentas habían dejado de lado la gran sabiduría de un Dios vivo que habla a su pueblo a través de la Sagrada Escritura.
La plenitud de la que habla Jesús puede entenderse como la convicción de devolverle esa vida a la Palabra, para no mirarla como algo quieto sino con una dimensión dinámica que es capaz de dotar de sabiduría a los pueblos que la leen y la veneran.
En esta Cuaresma se nos hace una invitación radical: leer la Palabra de Dios como una palabra que está viva y que nos ilumina en todos los rincones de nuestra vida, porque es una Palabra que se nos ha dado a nosotros, Dios, su proyecto, está en ella dándonos los mejores motivos para vivir.
¿Cómo es tu contacto con la Palabra de Dios? ¿Esa Palabra te devuelve las ganas de vivir con intensidad?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Armando González Meneses C.M.
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