“…Ningún profeta es aceptado en su patria”
2 Re 5, 1-15; Salmo 41y 42; Lc 4, 24-30.
El 24 de marzo de 1980 es asesinado en San Salvador Mons. Óscar A. Romero, San Romero de América, Obispo y mártir latinoamericano que consagró los últimos 3 años de su vida a transparentar la realidad en medio de la dictadura que oprimía a su pueblo. El 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, en memoria de su martirio. El 14 de octubre de 2018 Oscar Romero es proclamado santo para la Iglesia por el Papa Francisco.
Y el día de hoy sigue habiendo personas que creen que la justicia social y la fe no tienen nada que ver.
El profetismo en la Iglesia es una realidad que necesitamos recuperar si queremos seguir haciendo creíble el mensaje de Jesucristo. Vivimos realidades que necesitan llegar como clamor a Dios y que también necesitan ser iluminadas por la palabra del Dios que quiere un mundo bueno y justo. Que nadie es profeta en su tierra lo sabemos, pero lo que debemos recordar es que todos, desde nuestro bautismo, hemos sido consagrados profetas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Armando González Meneses C.M.
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