“Cómo es que no se quema la zarza”
Ex 3, 1-8. 13-15; Sal 102; 1 Cor 10, 1-6. 10-12; Lc 13, 1-9.
Hoy les invito a poner atención a la primera lectura de nuestra liturgia, el relato de la zarza ardiendo, donde Moisés recibe el llamado de su vocación.
Cuando preparamos un viaje solemos planearlo todo, queremos que todo nos salga perfecto y contemplar lo más posible aquellas cosas que hacen que hayamos elegido cierto destino. Sin embargo, muy a menudo resulta que las cosas que verdaderamente se quedan grabadas en el corazón son aquellas que no planeamos, que nos pasaron sin haberlas previsto ni siquiera imaginado. La vida es como ese viaje.
Moisés tenía la vida jugada y, sin embargo, una actitud fue decisiva para su vocación: la curiosidad.
Ser curioso es una actitud que debemos cultivar en la experiencia de fe, solo así podremos acercarnos, como Moisés, a contemplar por qué la zarza no se consumía.
Esta Cuaresma te invito, querido lector, a cultivar tu curiosidad por las cosas, a vivir las experiencias religiosas con deseos de experimentar cosas nuevas que te permitan experimentar a un Dios diferente, ese Dios que te hace poner en juego tus capacidades, que te reta a encontrarlo oculto en el mundo y que te pide que abras el corazón a su llamado..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Armando González Meneses C.M.
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