“Recordemos las maravillas que hizo el Señor”
Gn 37, 3-4. 12-13. 17-28; Sal 104; Mt 21, 33-46.
Don Ireneo es un Rarámuri que me hospedó en su casa. Los rarámuris tienen la fama de ser muy callados y hasta esquivos, pero don Ireneo fue un anfitrión espléndido; platicamos mucho y me contó que la espiritualidad rarámuri es una espiritualidad del cuidado. Onorúame, que es como nombran a Dios, les dio la tierra para que la cuidaran y su encargo eterno es ser sus cuidadores.
Este pasaje del evangelio habla de lo que pasa cuando nos adueñamos de las realidades que Dios nos ha encargado, cuando actuamos como dueños de los bosques, los mares, las selvas; las consumimos hasta acabar con ellas.
Aquí en la Tarahumara se vive un drama por la tala desmesurada de árboles, que estoy seguro de que, si el Señor viniera, también sería asesinado por todos aquellos que se adueñan de estas tierras.
Hoy más que nunca debemos practicar y promover la espiritualidad del cuidado para tomar consciencia de que la creación es propiedad de Dios y que está a nuestro cuidado. Ella nos da lo que necesitamos, pero nos pide que no la consumamos con el hambre voraz que esta cultura tiene.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Armando González Meneses C.M.
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