La mortificación: virtud esencial para perseverar en la oración

por | Mar 15, 2025 | Formación | 0 Comentarios

«La mortificación, como las demás virtudes, sólo se adquiere con actos repetidos» (San Vicente de Paúl)

Continuando con nuestros posts sobre las virtudes vicencianas, hoy hablamos de la virtud de la mortificación. Aunque es la menos popular de las cinco virtudes, es sumamente importante para el camino espiritual y práctico de los vicentinos.

Para San Vicente de Paúl, la mortificación es un ejercicio de renuncia. Nos invita a renunciar no sólo a los placeres ligados a los sentidos externos, sino también a evitar los excesos de los sentidos internos, como la curiosidad desmesurada y la vanidad. Se trata de aprender a controlar nuestras pasiones y emociones, sometiéndolas a la razón y al discernimiento. En este proceso, estamos llamados a sustituir los sentimientos negativos, como el odio y la desesperación, por virtudes opuestas, como el amor y la esperanza.

En resumen, la mortificación es un camino hacia el desapego de las cosas materiales, de las personas e incluso de las cargas y los deberes. Libera y fortalece en la oración, ayudando a expiar los pecados y a crecer en santidad.

La mortificación y la cultura actual

El mundo de hoy en día rechaza en gran medida la idea de mortificar los sentidos, asociándola a menudo con algo negativo o retrógrado. Para los vicentinos, sin embargo, la mortificación es profundamente funcional. Ayuda a eliminar lo que estorba y nos prepara para actuar con mayor libertad, seguridad y disponibilidad.

Hoy, la mortificación puede entenderse como una forma de disciplina. Nos invita a «morir» a actitudes y comportamientos que nos alejan de la misión, como la vanidad, el resentimiento, el orgullo, la pereza, la autosuficiencia, el egoísmo y el consumismo. Esta práctica nos conduce a una vida más equilibrada, caracterizada por la sobriedad y el espíritu de renuncia, siguiendo el ejemplo de Cristo: renunciar a algo menor para conseguir algo infinitamente mayor.

La mortificación en la vida cotidiana vicentina

La mortificación se manifiesta también durante la preparación y el desarrollo de nuestras actividades. Por ejemplo:

  • Paciencia en los grupos: aceptar las diferencias en el ritmo de participación, especialmente de los más sencillos.
  • Perseverancia en el trabajo: persistiendo en el esfuerzo, asegurando la continuidad y los buenos resultados.

La mortificación no es una carga, sino una fuente de libertad. Es la certeza de que tenemos ideas sobre nuestras emociones y sentidos, y de que no tenemos control sobre nuestras acciones. Como enseña San Vicente, nos permite servir con mayor amor, dedicación y entrega.

Fuente: http://www.ssvpbrasil.org.br/

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