“…y tu Padre que ve lo secreto te recompensará”
Jl 2, 12-18; Sal 50; 2 Cor 5, 20-6, 2; Mt 6, 1-6, 16-18.
María era una señora de la comunidad de la Primavera en Jalisco. Mujer sencilla, de trato amable y que daba la impresión de que la vida había pasado por ella.
Nadie que asistiera a su casa, ya sea por visita, plática, cobro o venta, salía de ahí sin haber desayunado o comido. Casi siempre al despedirse nos decía que ella oraría por nosotros y, si era el caso, que llevaría a cabo una penitencia para pedir a Dios por nuestros problemas.
Este evangelio con el que inicia el camino de la Cuaresma, además de ofrecernos claves de conversión, nos muestra las actitudes de todos aquellos que se han arriesgado a andar los caminos de Jesús.
A las personas como María y tantos que en secreto construyen la vida, el Papa Francisco les ha dado un nombre: “Los santos de la puerta de al lado”. Estos hermanos discretos que encienden el fuego de una vida santa y que no son reconocidos, son quienes van haciendo que en este mundo aún exista la esperanza. En esta Cuaresma, más que sacrificios externos, se nos invita a imaginar que nosotros podemos ser uno de ellos. Discretos pero esforzados, que viven orando, compartiendo y resistiendo desde el proyecto de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Armando González Meneses C.M.
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