Alumnos y alumnas de Jesucristo

por | Feb 27, 2025 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 Comentarios

Jesús, el Mesías o Cristo, es el solo Maestro que tenemos.  Por lo tanto, no nos dejamos llamar maestros, que somos, más bien, sus alumnos o alumnas. 

En el evangelio de hoy, los alumnos de Jesús no son sus apóstoles y discípulos no más.  Lo son todos los que le escuchan.  Les enseña ahora que es decisivo que ellos aprendan.

Y que aprendan del maestro bueno.  Pues corren graves riesgos los alumnos de los maestros que no tienen competencia.  O no distinguen el bien del mal o la verdad de la falsedad.  E importa aún más el maestro, pues de él depende lo que se hará luego un alumno.  Después de todo, no rara vez terminan los alumnos cual sus maestros.

Les dice también Jesús a los apóstoles y discípulos, y a los que le escuchan, no juzgar con prisa a los demás.  Y no es que no haya que corregir a los hermanos y hermanas, y denunciar las mentiras.  Pero esto no lo haremos sin antes habernos aplicado la corrección y la denuncia (Comentarios al evangelio #1).  Y, desde luego, no hemos de difundir la información falsa y la desinformación.

Mas Jesús dice además que lo que decimos o no, lo que hacemos o no, brota del corazón.  Es decir, el corazón manso y humilde da fruto de amor para con los amigos y enemigos, de compasión, comprensión, paciencia, perdón.  Pero el corazón enojado y soberbio da fruto de odio, venganza, cueldad, falta de comprensión, paciencia, de caza del otro.

Así pues, para ser alumnos y alumnas de Jesús, hemos de aprender de él.  Es manso y humilde de corazón.  Lo que enseña de palabra y de obra, esto lo hemos de oír y hacer.  Sí, nos toca ser de la gente pequeña, ser al igual que los alumnos pequeños.  Pues el Padre da a conocer a ellos lo que esconde a los sabios.

Señor Jesús, premias nuestra fatiga.  Haz, pues, que te sigamos y seamos tus alumnos y alumnas de verdad.  Tendremos así también la luz de la vida y no andaremos en las tinieblas.  Y el fruto que daremos mostrará que nos cultivas, que somos tus árboles.  Ocúltanos en ti y llénanos de ti, para que vivamos y muramos al igual que tú (SV.ES I:320).  Hasta entregar nuestro cuerpo, sí, y derramar nuestra sangre al igual que tú.  Y concédenos ser cada vez más humildes y sencillos esta cuaresma que viene.

2 Marzo 2025
8º Domingo de T.O. (C)
Eclo 27, 4-7; 1 Cor 15, 54-58; Lc 6, 39-45

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