El 27 de febrero celebramos la fiesta de la beata Francinaina Cirer i Carbonell

por | Feb 26, 2025 | Formación, Santoral de la Familia Vicenciana | 0 Comentarios

Infancia y primeros años

Francinaina Cirer Carbonell nació el 1 de junio de 1781 en el pueblo de Sencelles, en la isla de Mallorca. Fue bautizada el mismo día de su nacimiento, siguiendo la tradición de la época, por el reverendo Matías Verd. Sus padres, Juan Cirer y Juana María Carbonell, eran humildes campesinos que inculcaron en sus hijos valores de fe y trabajo. Francinaina tenía tres hermanos: Juan, Sebastián y Francisco.

Desde niña mostró una profunda inclinación por la vida religiosa. Aunque disfrutaba jugando con sus amigas, también destacaba por su devoción. Ayudaba a sus padres en las labores del campo y compartía generosamente su merienda con otros pastorcillos que no tenían comida suficiente. Su madre solía vestirla con trajes tradicionales de payesa, pero Francinaina prefería atuendos más modestos. Se cuenta que al salir de casa vestida según los deseos de su madre, se cambiaba por un traje negro al llegar a casa de una amiga para ir a rezar a la iglesia.

A los ocho años, Francinaina tuvo una experiencia mística mientras cuidaba a un niño en casa de una señora de Son Mansena. Durante un desmayo, afirmó haber visto el infierno, una visión que marcó profundamente su vida y la llevó a evitar las ofensas al Señor y a buscar la conversión de quienes se alejaban del camino de la fe.

Vocación religiosa y dificultades

Desde joven sintió el llamado a consagrarse a la vida religiosa, pero diversas dificultades le impidieron ingresar a una congregación formal. A pesar de ello, dedicó su vida al servicio de los demás. Tras la muerte de su madre, sus hermanos y finalmente su padre, quedó sola a los 40 años, momento en el que comenzó a vivir plenamente su vocación.

Junto a su amiga Magdalena Cirer Bennassar, transformó su casa en un verdadero refugio para los necesitados de Sencelles. Allí educaba a niños y jóvenes en la fe, consolaba a los pobres y enfermos, y brindaba consejos a quienes buscaban su ayuda. Aunque era analfabeta, Sor Francinaina poseía una sabiduría innata que la convertía en maestra y consejera para todos.

Milagros y obras de caridad

La fama de Sor Francinaina creció debido a los numerosos milagros atribuidos a su intercesión. Uno de los relatos más conocidos cuenta que durante una fuerte lluvia, una niña que necesitaba ir a comprar medicina regresó completamente seca tras usar el sombrero que Sor Francinaina le había prestado. Otro milagro destacado fue la curación instantánea de una niña que había nacido ciega.

Su vida también estuvo marcada por intervenciones providenciales. En una ocasión, evitó que un hombre cometiera un robo al reprenderlo y ofrecerle una limosna. En otra, logró reconciliar a un padre y un hijo que se estaban peleando. Estos y otros milagros aumentaron su reputación, atrayendo a personas de diferentes pueblos que buscaban su consejo y oraciones.

Fundación del convento de las Hermanas de la Caridad

El deseo de Sor Francinaina de crear un espacio de caridad perdurable se materializó en la fundación del convento de las Hermanas de la Caridad. La casa de la familia Cirer no reunía las condiciones para albergar una congregación, pero con su fe inquebrantable, Sor Francinaina inició las obras de reforma a pesar de contar solo con una onza de oro y ochenta pesetas.

Durante la construcción, ocurrieron numerosos milagros: el agua de la cisterna nunca se agotó, los materiales de construcción aparecían milagrosamente y el yeso crecía en las manos de los obreros. Finalmente, el 7 de diciembre de 1851, Sor Francinaina, ya con 70 años, recibió el santo hábito junto con otras compañeras, tomando el nombre de Sor Francinaina de los Dolores de María Cirer. Puso el convento bajo la protección de la Virgen de los Dolores y fue nombrada Superiora de la comunidad, cargo que desempeñó hasta su muerte.

Vida religiosa y éxtasis místicos

Siendo religiosa, sus éxtasis se hicieron más frecuentes y fueron presenciados por muchos testigos. Especialmente cuando rezaba el Vía Crucis o en la iglesia del pueblo. Su vida espiritual y su caridad desbordante hicieron de ella una figura venerada en Sencelles y en toda la isla de Mallorca.

Muerte y beatificación

Sor Francinaina falleció el 27 de febrero de 1855, después de haber anunciado las circunstancias de su muerte. La noticia de su partida se difundió rápidamente, y una multitud de personas acudió a rendirle homenaje. Muchos colocaban rosarios y objetos sobre su cuerpo para después venerarlos.

El 1 de octubre de 1989, el Papa Juan Pablo II la beatificó, reconociendo su vida de virtudes heroicas y milagros. Desde entonces, es conocida como Beata Sor Francinaina Cirer, y su intercesión sigue siendo invocada por quienes buscan consuelo y ayuda.

Legado

El legado de Sor Francinaina perdura a través de la comunidad de las Hermanas de la Caridad, que continúa su obra de servicio a los enfermos y la educación cristiana. Su vida es un testimonio de fe, amor comprometido y entrega total a Dios y al prójimo. En Sencelles, sigue siendo recordada con el cariño y el respeto que se ganó en vida, y su ejemplo inspira a generaciones de fieles.

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