“¿Por qué esta gente pide una señal?”
Gén 4, 1-15.25; Sal 49; Mc 8, 11-13.
En un mundo donde constantemente buscamos señales y confirmaciones para cada decisión, el texto evangélico nos invita a reflexionar sobre cómo es nuestra fe y la manera en que vemos las manifestaciones de Dios en nuestra vida diaria. Este pasaje nos enseña que la verdadera fe va más allá de pruebas materiales. La enseñanza es clara: debemos confiar en el camino que se nos ha mostrado, incluso cuando no tenemos todo el panorama frente a nosotros.
Viví muy de cerca el proceso de una familia con un hijo enfermo al que poco a poco se le iban atrofiando los músculos. La mamá pedía a Dios, con gran insistencia, la curación de su hijo. Después de un tiempo se le veía muy contenta por el milagro que Dios le había hecho: no la curación de su hijo, sino la aceptación de ella y su familia, al plan de Dios sobre su hijo que murió casi a los 16 años. ¿Buscamos constantemente las señales para reafirmar nuestra fe, o estamos dispuestos a confiar plenamente aun cuando estas no aparecen o aparecen otras que no esperamos? La esencia de nuestra fe reside en la confianza en Dios y la entrega total más allá de la necesidad de pruebas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Carolina Flores, H.C.
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